El domingo 2 de febrero se celebró el día mundial de los humedales. Pese a ser uno de los ecosistemas más diversos y ricos por su importancia social, ambiental, económica y cultural son espacios que no gozan con garantías para su conservación.
La política institucional para la conservación de los humedales es más que insuficiente. En la Comunidad de Madrid, que un humedal esté catalogado o dentro de un espacio protegido no es garantía alguna de que no esté degradado, amenazado o que se realicen actividades poco respetuosas.
La Comunidad de Madrid cuenta con una variada representación de zonas húmedas que van desde turberas y complejos lagunares de alta montaña (Lagunas de Peñalara), los humedales temporales salinos (Laguna de las Esteras), encharcadizos en el pie de monte de la sierra (Lagunas de Castrejón), charcas ligadas a las vegas de ríos (Lagunas de San Galindo y Casasola), meandros abandonados de cursos fluviales (Laguna de Cerro Gordo) o, entre otras, multitud de lagunas producidas por la actividad humana (antiguas graveras en el Sureste, Mar de Ontígola…).
Para conservar estos parajes se promulgó en 1990 la Ley regional de Protección de Humedales (Ley 7/1990) por la cual se creaba el Catálogo de Zonas Húmedas de la Comunidad de Madrid. Este Catálogo está compuesto por tan solo 23 humedales y fue elaborado entre 1991 y 2004. Actualmente se prevé la inminente aprobación del Plan de Actuación para los 23 humedales Catalogados, es decir, una regulación específica con medidas concretas, que deben garantizar su protección en los próximos años. Sin embargo este Plan no supone tal garantía ya que abre la salvedad para que actividades como el uso público masivo, la actividad agrícola y ganadera, el uso de fitosanitarios, la eliminación y quema de vegetación o la caza puedan seguir siendo posibles en las riberas de los humedales.
En la Comunidad de Madrid, que un humedal esté catalogado o dentro de un espacio protegido no es garantía alguna de que no esté degradado, amenazado o que se realicen actividades poco respetuosas. Humedales catalogados como Las Madres -en Arganda-, Soto de las Juntas, El Campillo -ambos en Rivas-, Picón de Los Conejos -en Velilla de San Antonio-…) sufren una pérdida considerable de diversidad de aves debido a la masificación y actividades recreativas descontroladas. En 2013, una actuación de “restauración” de la Consejería de Medio Ambiente provocó la desecación de Las Islillas (Mejorada del Campo). En el mismo año, el carrizal de Los Albardales, en San Martín de la Vega, fue parcialmente enterrado tras el depósito de cientos de toneladas de escombros, y con la autorización y connivencia de la Consejería de Medio Ambiente. En 2016, fue incendiado y arado el humedal de San Galindo, en Chinchón. Problemas crónicos como el vandalismo (Laguna del Raso, en Velilla de San Antonio), la presencia de especies exóticas invasoras (la práctica totalidad de los humedales) vertidos incontrolados o la eutrofización de las aguas -la cual provoca episodios recurrentes de mortandaz de peces (Humedales de Velilla de San Antonio, laguna del Porcal)-, no generan ninguna respuesta por parte de la Administración regional ni desde el organismo de cuenca.
De esta manera, la situación de los humedales que no gozan de figuras de protección es sumamente incierta. Zonas encharcadizas de gran valor como Los Estragales en Pinto están gravemente amenazadas por su más absoluto abandono.
Con el objetivo de llamar la atención sobre los problemas de gestión y conservación que sufren los humedales y exigir la protección para todos los humedales madrileños, los colectivos ecologistas ARBA, Asociación Ecologista del Jarama El Soto, Ecologistas en Acción, GRAMA y Jarama Vivo convocaron una plantación y limpieza en el entorno del río Jarama, en el Parque Regional del Sureste, en Mejorada del Campo.
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