Rosa Ortega Serrano
No sé si es buena esta moda feminista. A las modas nos acercamos por tendencia o por convicción y en este caso se trata de una auténtica revolución social.
Está de moda hasta la polémica por estar de moda. Muchos jóvenes han ido modificando su “estructura genética” y en su ADN, funciones como la igualdad entre hombres y mujeres, el cuidado mutuo o el respeto, figuran como imprescindibles para determinar la función del gen correspondiente. Pero van cincuenta y cinco mujeres asesinadas por sus parejas este año, el problema persiste, es enorme.
Rememorando lo escrito en otros momentos, relacionado con el desarrollo del pensamiento cuidadoso y el pensamiento crítico, vuelvo a lo importante que es la educación, para la convivencia. Cuántos disgustos y enfermedades sociales (o como sociedad) nos estaríamos ahorrando si se hubiera generalizado desde hace años el discurso de la igualdad y ese otro tan feo y tan útil de la coeducación y el lenguaje inclusivo. No creo que sean necesarios líderes feministas (entendiendo el feminismo como un movimiento político) en la escuela, ni que la lucha por la emancipación de la mujer deba estar siempre presente en aquello que aprendemos o enseñamos a aprender, simplemente debemos dejar de lado prejuicios de otro siglo, hacer uso del trato igualitario y confiar en la bondad inteligente de las nuevas generaciones de niños y niñas. Por supuesto que no voy a pecar de ingenua, generaciones de hombres educados para ejercer la supremacía sobre las mujeres, en ocasiones con violencia, no lo están poniendo fácil para compartir y aceptar el trato igualitario, pero a estos no les podemos devolver a las aulas.
Algunos padres y madres se preguntan si es más sencillo educar a un niño o a una niña y otros directamente suspiran aliviados cuando tienen un hijo “siempre será más fácil educar en el respeto y la igualdad a un niño que empoderar a una niña para que luche toda su vida”. Pero el aprendizaje también se da por imitación y para “ellos” es tan sencillo permanecer en el bando de los poderosos. Si unimos la pedagogía de los cuidados con el control y la determinación; el valor con la empatía; la seguridad con la generosidad, y los aplicamos todos juntos intentando compensar la dosis de uno o de otro, tal vez logremos que los niños en masa abandonen el grupo de los privilegiados y se sitúen junto a sus madres, amigas, maestras y parejas, para compartir con ellas en términos de igualdad el poder, los cuidados, la gloria y la limpieza de la casa.
Los cambios en la vida son lentos y las modas son efímeras pero la lucha por la igualdad y la justicia es eterna.
¡Feliz Navidad!
Rosa Berbel (Estepa, Sevilla 1997) es una interesante y joven poeta. De su libro Las niñas siempre dicen la verdad, he elegido este poema:
QUIERO CONOCER A TODAS MIS MADRES
reconstruir mi linaje y mi conciencia
a partir de los versos las renuncias
las huellas de todas las mujeres
que he sido al mismo tiempo.
Quiero una larga estirpe de mujeres valientes
que han escrito poemas
después de hacer la cena
y han vivido el exilio
dentro del dormitorio.
Reconocerlas libres brillantes y caóticas
retratando monarcas
sublevando las formas
componiendo sonetos
en una Europa en llamas.
Quiero sobrellevar la carga de la historia
convertirme en relevo
nombrarlas
sin esfuerzo.
Pronunciar con propiedad
el término familia.
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