Rosa Ortega Serrano
Hace 30 años llegó a Garganta un comité de japoneses a orar por la paz. Dejaron un monolito representativo de su fe y entregaron a los vecinos, a modo de souvenir, una pequeña réplica de su emblemática escultura, para que siempre recordasen que la paz es importante. Probablemente la paz que ellos anhelaban mantener evocaba contiendas con China, Rusia o Estados Unidos. Seguro que en la memoria de los lugareños estaba la guerra civil española o los atentados de ETA, frecuentes en esa época. Cada pueblo según su origen, según su pensamiento, según su guerra.
Esta visita ocurrida hace 30 años me permite reflexionar sobre Cataluña. Dejando de lado los partidismos, el disgusto político, los diferentes nacionalismos e incluso el análisis riguroso de los hechos, esta situación produce tristeza. Familias que se pelean y ya no celebran juntos, amigos que se quedan al otro lado de la frontera, mucha gente que va y viene y a la que le gusta pensar que sigue en su tierra.
No sabemos dónde estarán ahora aquellos amables orientales que vinieron a Garganta, pero a sabiendas que un comité es “un conjunto de personas que se encargan de un asunto”, podemos pedir por aclamación popular que se formen comités de expertos en Cataluña, con abundante representación ciudadana, con gente lista y sin intereses electorales que paren el enfrentamiento para que después florezca la política y que este conflicto inicie un proceso de regularización. No necesitamos declaraciones incendiarias, argumentos absurdos, demagogias nacionalistas, ni siquiera machos alfa paseando su discurso por los medios de comunicación. Buscamos personas empeñadas en tender puentes, rebajar tensiones, resolver y dialogar.
Por descontado mi juicio es pura emoción y carece de valor informativo u opinión veraz. Mi juicio no va cargado de razones independentistas o no independentistas. Mi juicio no depende de intereses territoriales. Mi juicio es solo mío y eso también es la democracia: la suma de todos los juicios sosegados, sensatos, libres y constructivos (como los vuestros).
Me gusta la política de las cosas cercanas (la política de proximidad como dicen algunos), aquella que habla de las personas y lo que sienten y espero no tener que seguir opinando de lo que no sé, pero me concierne. En el futuro hablaré de educación y poesía, que también es política, emoción, sentimientos, pelea.
El poema nos lo regala Alfonsina Storni (Argentina 1892-1932)
Cuadrados y ángulos
Casas enfiladas,
casas enfiladas,
casas enfiladas,
cuadrados, cuadrados, cuadrados,
casas enfiladas.
Las gentes ya tienen el alma cuadrada,
ideas en fila
y ángulo en la espalda;
yo misma he vertido
ayer una lágrima,
Dios mío, cuadrada.
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