Rafael de Frutos Brun Montejo de la Sierra – Septiembre 2019
Cuando la frente se arruga,
cuando las canas afloran,
cuando la vista se pierde,
cuando los ojos te lloran….
Entonces esta mi voz,
más temblorosa y con fuerza
intenta contar las cosas
de pasadas experiencias.
Mas las que se nos olvidan
de la infancia y juventud
de la ilusión del pasado
del amor y la virtud.
Y yo no quiero hacer caso
a estas historias que cuento,
quiero vivir siendo joven
¡aunque camine más lento!
Quiero aprender a cantar
aun temblándome la voz
porque no lo hice de joven
por vergüenza o por rubor.
Lo intento hacer escribiendo
aunque no me lea nadie
pero el alma me lo pide,
¡y no hay nada que me calle!
Quiero seguir con mi esposa
cuando llega la vejez
y agradecerle lo mucho
que ha hecho por mí esta mujer.
Quiero querer a mis hijos
quiero adorar a mis nietos
y les quiero acariciar
viéndoles a ellos contentos.
Sigo queriendo a mi pueblo
que al nacer tocó campanas
y espero que también toquen
el día en que yo me vaya.
Recordar aquella fuente
que al finalizar el día
con el cántaro y el cubo,
la madre, el agua traía.
Quiero cantar a mi rio
y a mi fuente del collao
y a la ermita y la dehesa
al recuenco y lo labrao.
Escuchar aquellos cantos
que cantaban en la siega,
que entonaban los pastores
y las mozas en la era.
Y como no recordar
el Chaparral y el Jarama
el canto del “alcarabo”
el ruiseñor en las ramas.
El jabalí y la garduña
corriendo entre las retamas
y el águila que hace el nido
en la copa de las hayas.
Sería ingrato no cantar
do mi memoria me lleva
labrando el mozo y el padre
agarrados a la esteva.
Vivir aquellas cuadrillas
los domingos por la tarde
paseando por el campo
disfrutando el sol y el aire.
Y como sin darnos cuenta
entre alegría y miradas
el amor iba fluyendo
de lo profundo del alma.
Al que hacía las albardas
o las redes de los carros,
a los que hacían los yugos
con una azuela y sus manos.
A los que levantan casas
o fabricaban carbón,
esquilaban las ovejas
todos con una ilusión.
No quiero acabar mi canto
sin recordar al barbero
al alguacil y al mosén
al médico y al herrero.
Tengo que hablar de la escuela
donde el maestro enseñaba
recordando aquellos juegos
del dola y de la jaraba.
Canto a mujeres del pueblo
haciendo mil cosas buenas
ejerciendo de verdad
de hijas madres y abuelas.
Quiero rezar a mi Virgen
la madre de Nazaret
que entre sus títulos junta
Virgen y Madre a la vez.
Cuando se alcanza la cima
de la edad y la experiencia,
es como aquel que confiesa
y hace examen de conciencia.
Quiero vivir lo que viva
en paz y con alegría
respetando a todo el mundo
el quehacer de cada día.
Creo que debo acabar
brindando un canto a la vida
que, aunque tuvo sus problemas,
dio muchas más alegrías.
Así lo he visto en mis días
y así a mis años lo entiendo
tengo que decir contento
¡Yo quiero seguir QUERIENDO!
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