La Unión de Agricultores Ganaderos y Silvicultores de la Comunidad de Madrid, UGAMA, apoya la concentración de protesta convocada por la Comunidad de Regantes del Canal de Cabarrús en Patones por el corte total, unilateral y sin preaviso de abastecimiento de aguas destinada a el riego de las escasas 40 has de huerta y frutales que aún sobreviven en el municipio.
Ante esta situación, UGAMA denuncia una vez más la enorme presión, e incluso abuso, que se ejerce sobre los territorios rurales de la Comunidad de Madrid.
La Organización Agraria explica que este es un claro ejemplo, ya que Patones es un municipio históricamente agrario, con una fértil vega de más de 250 has de regadío y de las que más de 200 has ya han sido abandonadas.
«Mientras, nuestros políticos, que días atrás en campaña electoral, nos prometían una defensa ilimitada del campo madrileño, ahora debaten acaloradamente el quítate tú que me pongo yo»- afirma Alfredo Berrocal, presidente de UGAMA.
Asimismo, grandes corporaciones como la confederación Hidrográfica del Tajo cuyas exigencias documentales son interminables, imprecisas y de dudoso carácter legal y el Canal de Isabel II, con fuertes intereses económicos, están provocando, a juicio de UGAMA, rápidamente el abandono total de esta vega.
«Es intolerable que mientras se predica que hay que frenar el despoblamiento rural, fomentar las oportunidades en el campo, así como reducir la brecha social y digital, la desidia de nuestra Administración Regional, unido al enorme poder de algunos organismos, arrollen como si de rodillo pilón se tratase a pequeños municipios», añade Berrocal.
Patones pequeño municipio de apenas 500 habitantes y 35 Km2, situado al nordeste de la Comunidad de Madrid, con su alcalde al frente, acompañado del alcalde de la vecina localidad de Uceda, el presidente de UGAMA y el presidente de la comunidad de regantes, han participado en esta concentración y han insistido en que están dispuestos a plantarle cara a la Confederación Hidrográfica del Tajo y al Canal de Isabel II por lo que califican un expolio sin precedentes de una de sus mayores riquezas: el agua.