José de Villamisar – Desde PEÑALABRA
El pasado miércoles día 21 se desarrolló en el Congreso de los Diputados, como todos los miércoles, la sesión de control que la oposición hace al gobierno. Hasta aquí todo normal, unos preguntan y otros contestan con más o menos acierto, hasta que le tocó el turno al Vicepresidente del grupo parlamentario de Esquerra Republicana de Cataluña S. Rufián. Este Sr., haciendo gala de su apellido ha logrado hacer del Congreso un chiringuito barrio-bajero, en el que todo vale, incluido insultos personales.
El Diputado Rufián, que no distingue la dureza parlamentaria de la grosería y la mala educación protagonizó un duro enfrentamiento con el Ministro de Asuntos Exteriores, Sr. Borrel, después de calificarle como el ministro más indigno de la democracia y de llamarle «hooligan» entre otras lindeces, la Presidenta de la Cámara, después de llamarle al orden varias veces, se vio en la obligación de expulsarle del hemiciclo.
En solidaridad con el expulsado sus compañeros de grupo abandonaron con él el recinto y al para por delante del Ministro Borrel, éste dice que uno de los componentes del grupo le lanzó un «escupitajo», algo que niega Esquerra y el propio Diputado aludido Sr. Salvador.
Siendo esto muy grave, lo es más, que de un tiempo a ésta parte los miembros del Gobierno a excepción del Sr. Borrel, miran o tratan a los golpistas catalanes con cierta complacencia, no les aplauden, pero tampoco quieren molestarles, sin embargo el Ministro e Exteriores es el. Único miembro del gobierno que no se ha entregado a los secesionistas, es la excepción en un gobierno que tiene que pagar los apoyos que le llevaron a la Moncloa. Borrel es el único que ha tratado de mantener alta la crítica al independentismo, mientras que sus compañeros han arriado esa bandera, siguiendo al pie de la letra las instrucciones de su Jefe que no piensa más que en él, a costa de lo que sea.
¿Cuánto tiempo le queda a Borrel como Ministro?, me temo que poco, a juzgar por el comportamiento del Presidente del Gobierno en declaraciones posteriores a los hechos. El Presidente pide disculpas a la sociedad por el espectáculo vivido en el Congreso y no diferencia al «ultrajador» del «ultrajado», a diferencia de los independentistas que salieron todos en tromba a defender la inocencia de su compañero «escupidor», Sánchez y los suyos dejan solo al «escupido», no vaya a ser que se moleste Torra y compañía.
Dice Sánchez, que es «el momento de que todos y todas hagamos una reflexión», y pidamos perdón a la sociedad, tiene razón el Presidente, pero el que tienen que pedir perdón a la sociedad es él, no tanto por lo que pasó ese día en el Congreso, sino por el tremendo lío en que nos tiene inmersos, pero ya sabe, Sr. Sánchez, «no hay perdón sin restitución», y la restitución es convocar elecciones para que la sociedad nos saque de esta maraña en que Vd., nos ha metido.
Decía que Borrel estaría poco tiempo en el Gobierno por dos razones: la primera, molesta mucho a los independentistas y la segunda porque un Sr. de la talla de Borrel no creo que aguante mucho con esos compañeros de viaje que le dejan tirado en cualquier estación.
A la Institutriz o Presidenta del Congreso le diría que, deje circular las palabras «Golpista» y «Fascista», no mate Vd. al mensajero, todos sabemos que en el Congreso hay «Golpistas», pero también sabemos que hay «Fascistas» aunque estén disfrazados.
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