Rosa Ortega Serrano
Me dice el director de este periódico que escriba sobre el plagio y le miro con cara de sorpresa. ¡La vida es un plagio! Pienso. ¡Si yo cada vez me parezco más a mi madre! Claro está que no debe ser lo mismo copiar a otro para aprender, que plagiar a otro para acumular méritos que no se tienen, pero convendrán conmigo que plagiar es una preciosa palabra propia de otras épocas más correctas y ceremoniosas.
Sin duda hablo de esto porque a todos nos ronda por la cabeza el tema de los másteres y tesis que han hecho, o han dejado de hacer, los tres políticos que rumian el poder. Me parece bien que a partir de las denuncias del diario.es se haya logrado destapar parte de la corrupción, la misoginia o el tráfico de influencias que circula por algunas universidades españolas, pero llenar la prensa con noticias sobre los cursos acumulados por algunos políticos cuando ya hemos convenido que no siempre son los más listos los que acceden a los puestos de gobierno, puede resultar redundante.
No le demos más vueltas, la formación en este siglo tiende a construirse en colaboración con otros, es dialógica es decir democrática, construye el conocimiento de manera colectiva y científica. Sus éxitos son los éxitos de un grupo de personas y los títulos que sin duda señalan el esfuerzo y el tiempo usado por esos individuos para formarse no hacen más que corroborar su buen hacer y su buen ser. Y además el conocimiento no se exhibe sino que se aplica.
Una vez aclarado esto, yo creo que no hay saber y conocimiento que no merezca copia o eso al menos podemos observar en toda la historia de la cultura humana y especialmente de la poesía. La transmisión, la copia, el remedo (y este texto puede serlo) es un hecho. ¿Qué sería de nosotros, pobres ignorantes, si Homero no hubiese escrito la Odisea o Dante La Divina Comedia, Calderón de la Barca su Vida es Sueño o Shakespeare sus tragedias? Pero no de genios está lleno el mundo y no estaría mal reconocer que las cosas originales son mucho menos de lo que imaginamos. Vivimos de la copia pero copiando se aprende y esa clase política que ahora se pelea por el tamaño del currículum y que ha dejado que sucumbiera la enseñanza pública en este país merecería repetir curso, copiar a los clásicos durante meses y reflexionar sobre verdad y mentira, honestidad y servicio público.
De todas maneras nos estamos entreteniendo y me gustaría recordar que la progresiva aplicación de la LOMCE en las distintas Comunidades Autónomas sigue reduciendo las horas de música en primaria y secundaria y que las ratios siguen siendo muy altas en infantil, primaria y secundaria.
El poema es de Ángel González
POR AQUÍ PASA UN RÍO
Por aquí pasa un río.
Por aquí tus pisadas
fueron embelleciendo las arenas,
aclarando las aguas,
puliendo los guijarros, perdonando
a las embelesadas
azucenas…
No vas tú por el río:
es el río el que anda
detrás de ti, buscando en ti
el reflejo, mirándose en tu espalda.
Si vas de prisa, el río se apresura.
Si vas despacio, el agua se remansa.
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