Miguel Ángel Granado
En zonas de media y alta montaña como nuestra comarca, si algún ave resulta habitual durante nuestro caminar hacia las cumbres es, sin duda, la Collalba gris (Oenanthe oenanthe). Aunque no la observaremos en los meses más fríos, desde primero de marzo hasta noviembre podemos encontrarla por nuestras latitudes. Más pequeña que un gorrión, con 14-16 cms. de longitud y 25-30 cms. de envergadura, suele mostrarse cercana pero no es confiada: si intentamos aproximarnos, emprenderá un vuelo rápido y directo, alejándose a varias decenas de metros. Los machos en plumaje estival tienen el dorso gris azulado destacando las alas negras, zonas ventrales de color ocráceo (más o menos intenso según la subespecie). En la cabeza, cuyo capirote es gris como el dorso, destaca el antifaz negro y la garganta anteada, además de una ceja blanquecina que delimita el antifaz (dibujo). La hembra (foto), de colores más discretos, posee tonos castaños en el dorso, con alas de color más oscuro y sin antifaz; el macho en invierno es igual pero con las alas grises oscuras. Destaca además el obispillo blanco, que se prolonga hasta la cola, creando un dibujo en forma de T invertida, característico en todas las collalbas, ya que el extremo de la cola es oscura. Las collalbas grises sacuden la cola continuamente cuando están posadas, apreciando este dibujo fácilmente.
Ampliamente extendida por Europa, muchas zonas de Asia y por America del Norte, tanto al noreste como al noroeste; en zonas árticas como Groenlandia pero también al norte de África. Existen muchas subespecies y todas invernan en el África subsahariana. En España la encontramos en la mitad septentrional de la Península aunque escasea en Galicia, la cornisa cantábrica y zonas costeras de Cataluña y Levante. En la mitad sur de nuestro país sólo la localizaremos en zonas de alta montaña y está ausente en el cuadrante suroccidental. En las islas, únicamente en las de Mallorca e Ibiza. Este ave gusta de zonas abiertas y suelos secos, ocupando páramos, dunas, zonas cultivadas, estepas, acantilados costeros, etc. en contraste con nuestra comarca, donde habita a mayor altitud pero coincide al tratarse de enclaves con escasa vegetación: roquedos, pastizales, pedreros, etc. raramente por encima de los dos mil metros aunque se la ha detectado a más de tres mil en Sierra Nevada. Son muy terrestres, lo normal es verlas encima de una piedra o montículo (rara vez en ramas de árboles) en su característica posición erguida y con movimientos inquietos, buscando comida. Es una especie eminentemente insectívora, se alimenta tanto de larvas como de invertebrados adultos, junto con algunos moluscos como caracoles, arácnidos y ciempiés. Cuando se acerca el otoño complementará su dieta, al igual que otras especies, con algunos frutos y semillas. Es frecuente también observarla en vuelo cerca del suelo, cerniéndose, hasta que se deja caer en picado capturando a su presa.
En cuanto a la reproducción, en abril o primeros de mayo (dependiendo del lugar de nuestra geografía en que se encuentren) comienza el celo, que en esta especie es curioso porque ambos miembros se meten en un agujero o zanja y, el macho comienza a saltar de un lado a otro con el plumaje esponjado, parece una bola de plumas, totalmente trastornado y, finaliza su representación tumbándose en el suelo ante la hembra, con las alas caídas y la cola desplegada, como si estuviese muerto. Tras diez o veinte días en celo se producirán las cópulas y la puesta de huevos en el nido, construido por ambos sexos en algún agujero entre las piedras; es muy habitual que utilicen alguna madriguera de conejo. La puesta consta normalmente de seis huevos, que incubará casi exclusivamente la hembra durante dos semanas; tras la eclosión los pollos serán alimentados por los dos y, transcurridos 15-16 días abandonarán el nido, permaneciendo en algún lugar cercano. A veces efectúan una segunda puesta. Otro aspecto destacable es que las collalbas grises cantan bastante desde que llegan hasta finales de junio; lo hacen tanto desde su posadero como en vuelo, emiten un gorjeo corto pero muy armonioso.
Debemos destacar en esta especie, como notoria particularidad, que a pesar de su pequeño tamaño y peso, las collalbas que se distribuyen por el norte del continente americano, realizan una de las migraciones más largas del mundo ornítico, teniendo que cruzar el océano Atlántico, ya que todas invernan en África como decíamos antes. En cuanto a las amenazas se deben sobre todo a la alteración del hábitat, debido a la intensificación agraria, reforestaciones, etc. También las sequías severas en las áreas de invernada. Está clasificada como De interés especial. Sus tendencias poblacionales son positivas. Seguiremos disfrutando de las collalbas grises en nuestros paseos por campos abiertos.
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