Antonio Ruiz
Ahora bien, en disposición de poder contar con extensiones de terreno amplias que permitan la existencia de autenticas explotaciones agrarias y ganaderas, una granja-escuela dotada de suficiente personal auxiliar podría lograr dos cosas:
1.-Los escolares, que del mismo modo pueden aprender con su asistencia y con su colaboración en un cultivo de mayor extensión, pueden además observar como es en realidad- y no a escala- el funcionamiento de una explotación de tomates, por ejemplo, con toda la problemática que conlleva cualquier monocultivo.. De este modo pueden captar igualmente la relación existente entre la producción de vegetales y su posterior comercialización y consumo en una población cercana.
2.-El abastecimiento de la granja en algunos aspectos y con algunos productos concretos: leche, miel, fruta, plantas medicinales, verduras u hortalizas…
Hasta ahora no tengo constancia de que ninguna granja-escuela haya experimentado la autosuficiencia total o parcialmente.
Quizá sea una utopía pensar que el aire, el sol, la tierra y el agua de una finca en la que se desarrollen actividades pedagógicas de granja escuela puedan abastecer a esta de electricidad y que su huerto la haga autosuficiente en cuanto a hortalizas; su horno en cuanto a pan y cerámica; su ganado cuanto a carne y derivados… Es posible, como no podemos negar la existencia de aerogeneradores que exportan la energía fuera de los límites del terreno en el que fueron ubicados o de la posibilidad de que la granja tenga excedente de huevos o lechugas.
Hay un concepto en el que creemos todos aquellos que llevamos años luchando por una serie de ideales, algunos de los cuales ya se han hecho realidad: lo que llamamos utopía razonable.
La utopía es un devenir, una ilusión, un deseo proyectado hacia el futuro. Ta vez un conjunto de las tres cosas. Hay utopías difíciles de llevar a cabo, mientras que otras dejan de serlo con el trabajo y con el esfuerzo de las personas que ponen empeño y vida ello. Se podrían citar infinidad de ejemplos de ideas que hace años resultaban irrealizables, impensables, inalcanzables… utópicas.
La enseñanza, que es un arte, una ciencia o ambas cosas, por fortuna se encuentra siempre en plena crisis de cambio y evolución. A menudo con un horizonte utópico que perseguir.
Si decidimos auto limitar nuestras posibilidades, podemos pensar que nos encontramos definitivamente muertos. Por ello es conveniente imaginar, plantear, sugerir, planificar y realizar, con el fin de lograr algo en contra de lo establecido, rutinario y caduco, pues un proyecto solo deja de serlo cuando se consigue institucionalizarlo. Es entonces cuando debemos comenzar otra vez, avanzando más, hasta mejorarlo, transformarlo o cambiarlo.
En la enseñanza no está todo dicho, ni mucho menos, tal y como algunos burócratas se empeñan en hacernos creer. Actualmente la preocupación más acuciante en niveles progresistas es la de lograr hacer conectar a los escolares con el sector primario, con el fin de que la adquisición de conocimientos en este área, pueda contribuir para que evolucionen por ellos mismos.
Tengamos en cuenta que en la actualidad, la mayoría de niños y niñas nace con todo resuelto; los padres les dan las máximas facilidades para que puedan conseguir cualquier cosa con el mínimo esfuerzo, de manera que, situados ya desde la infancia en los últimos peldaños de la escalera, difícilmente podrán vislumbrar y mucho menos llegar a comprender lo que se encuentra en el rellano de más abajo.
Por estas razones nos preocupa, a los empeñados en sacar adelante didácticas medio ambientales novedosas y en llevar a los niños y niñas al campo, que estos tomen contacto con el origen de todo: de ellos mismos, de los alimentos que consumen, así como de los materiales, objetos, aparatos, dispositivos, etc. que utilizan en su vida diaria, para que puedan llegar a comprender que allí hay gente que está trabajando para que ellos puedan vestirse, trasladarse, informarse, entretenerse, alimentarse…pues para darles de comer, pese a lo que pueda parecer y para nuestra suerte o desgracia, las oficinas, los despachos, los ordenadores, la televisión, el metro o los ministerios no producen hortalizas, fruta, carne, huevos ni leche.
Continuara…
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