Montejo de la Sierra 2018 – Rafael de Frutos Brun
El próximo 15 de octubre hará 68 años que se plantaron los primeros pinos en el término de Montejo y fue en las Cardosillas donde se empezó a trabajar y plantar. Previamente ya se sabía que había conversaciones del Ayuntamiento con el Patrimonio Forestal del Estado tendentes a hacer una plantación de pinos «laricios» en toda la zona de la sierra, sobre todo en las zonas llamadas sierras calvas; el pueblo saldría ganando. Como todos los eventos que son del pueblo y para el pueblo, a unos les parecía bien y a otros no tan bien. Era un consorcio que se hizo con el Ayuntamiento y el patrimonio forestal que se llevaría el 40% y aquel el 60% de los posibles beneficios.
Otro beneficio sería el aprovechamiento de la madera, y mejora en los salarios de aquellos que colaborasen con su trabajo en la plantación; al pueblo vendría personal técnico especializado y siempre generaría riqueza.
Se puso manos a la obra y se empezó a trabajar en limpiar las calles por donde habían de hacerse los hoyos para poner los pinos. Para esto había que arrancar los brezos, cambrones, retamas, zarzas o tomillos que hubiera en las calles; una vez limpias se hacían los hoyos que debían de ser de 40 cm de largo por 20 de ancho x 40 de profundo; en principio este trabajo se hizo a jornal y se cobraba 25 pesetas por día; era un buen jornal en aquel momento puesto que la diputación provincial pagaba en carreteras solo 14 pesetas diarias. Después se estableció que si se hacían 50 hoyos al día y se limpiaba la maleza que hubiera en aquel lugar pagarían por ello 50 pesetas.
Los vecinos verían en fecha próxima que su ganado perdería lugar donde pastar y que traería más molestias al tener que tener cuidado de sus reses para que no entrasen a la plantación.
Representando al patrimonio estaba el ingeniero de montes D. Antonio González Aldama y por el pueblo, el ayuntamiento cuyo alcalde era Eladio Pérez Sanz; hechos los trámites burocráticos, se dio comienzo en la fecha indicada a la labor.
Al frente de los obreros vino un capataz que estuvo aquí un mes y fue después Julián Palomino González de 25 años y natural del pueblo el que tomó las riendas. Vino luego un segundo ingeniero Filiberto López Cadenas que determinó que en vez de ir al Escorial a por las plantas de pinos, se hiciese aquí un vivero junto al río Jarama; por debajo del puente de dicho río se descantó toda la piedra y se dejó solo la tierra y arena en la explanada donde se sembraron y nacieron miles de pinos. Para surtir la plantación de Montejo (que en Cardosillas fueron más de doscientas hectáreas) se prepararon otros 3 viveros: el de la fábrica, el del avellano y por fin el último por debajo de la fábrica; desde aquí se sirvieron pinos a otros pueblos.
A la vez, en el collado se construyó una casa refugio con chimenea y lugar para guardar las herramientas; es una caseta que todavía existe y se encuentra a la entrada de la maleza.
A Julián se le dota de una moto Montesa 125 para sus desplazamientos ya que se encarga de otros pueblos de la zona donde también se empieza la repoblación forestal. Se nombra a Jacinto Hernán y a Zacarías Martín este de Cardoso, y a aquel de Montejo capataces y a Ángel Hernanz y a Saturnino Hernán como viveristas con sus colaboradores.
Muchos jóvenes compran bicicletas en el pueblo para ir a los pinos; hay trabajo, consecuencia se mueve el dinero y se vive mejor. Fue una época en la que estuvimos juntos pasando buenos ratos y algún que otro sofocón cuando después de hacer la mitad del hoyo, encontrabas peña y no te servía el trabajo realizado. Pero hay muchas anécdotas que contar y que recordar. A la hora de comer alrededor de la lumbre, se hacían algunos trajes y se sabía los novios nuevos que había. Era el periódico hablado del pueblo.
Al paso de los años, otro ingeniero viene a Montejo llamado D. Gustavo Salinas Aldaguer. Después de 15 años Julián se empezó a mover con vehículo, le pagaban el kilometraje hasta que más tarde le darán un citroën con emisora porque en su domicilio le facilitan otra emisora, que sirve al tiempo para avisar de fuegos y tiene línea directa con el Patrimonio.
Para los terrenos más escabrosos se compran dos parejas de bueyes para abrir la tierra donde plantar. Se compra la sierra de Montejo que eran más de 60 suertes y lo repuebla el mismo patrimonio; los pinos finalmente son puestos con máquina y Julián es nombrado encargado general de la Zona Norte de Madrid.
Llevamos años que se hacen «entresacas» y se llevan la madera que cortan en grandes camiones, y los pinos cuando están a punto de cumplir 68 años, gozan de buena salud; hay ejemplares que solo con verlos se disfruta y pienso que ya estarán ayudando con sus ventas a la economía del Ayuntamiento.
Tenemos ejemplares de más de 25 m. y la verdad es que merece la pena verlos.
¿Fue buena la plantación de los pinos?
¿Fue del agrado de todos?
¿Trajo muchos jornales a la sierra?
¿Se empezó a vivir mejor?
¿Perjudicaron a la cabaña ganadera?
¿Hubo más empleo fijo en el pueblo?
¿Dan menos agua los arroyos porque los pinos necesitan más agua?
El tiempo y la historia dará o podrá dar respuesta a estas preguntas; un servidor de ustedes no es el encargado de responder, me conformo con contar lo que vi y viví participando en aquellos trabajos y que, con la ayuda de Julián de 94 años, pero con una memoria privilegiada, me ha ayudado a que ustedes y los que vengan en el futuro sepan que en Montejo se pusieron los pinos en la fecha «ut supra».
Sé el primero en comentar sobre "Llegaron los pinos a Montejo"