Chimo Marcos
El próximo jueves 8 de Marzo millones de mujeres del mundo entero (seguro que no todas las que quisieran) se declararán en huelga. Cientos de años demasiado tarde.
Han tenido que ocurrir muchas cosas nuevas, supongo que por causa de las nuevas tecnologías que, en todas las direcciones y sentidos, han sembrado el caldo del cultivo que la mujer ha hecho germinar, aunque poco a poco, para que se desarrolle un sentido de la justicia, limitado porque no se manifiesta en toda la crudeza que le otorgaría simplemente aplicarle la verdad.
Sí, sí señores, nosotros los hombres, por muy feministas que nos consideremos y yo, al menos me considero menos machista que muchos, pero sin llegar a creer que lo mío sea feminismo, eso, que por muy feministas que nos devuelva el espejo, no somos más que unos machistas venidos a menos. Digo esto de lo de a menos, porque si por alguna razón hoy, llegado el caso, votamos algo a favor de las mujeres, es porque las verdades expuestas ante nuestros ojos no nos dejan resquicio para seguir defendiendo algunas de las reglas que nuestra sociedad (no hablo para nada de los que abogan por el burka) nos ha ido imbuyendo a través de siglos de patriarcado mal entendido y que confundía, no sin un punto torticero, un buenismo muy limitado en cantidad y en número de adeptos, con algo que de justicia correspondía aplicarle a la mujer.
Si nuestras mujeres, todas, de la abuela a la nieta, nos abandonan a nuestra suerte, aunque solo sea por unas míseras 24 horas, probablemente las echaremos de menos mucho o muchísimo. Algunos daremos por bien empleado ese día «perdido». Otros, seguramente, renegarán en arameo de ellas, las próximas suyas y de las que aparezcan en cabeza de cualquier manifestación; oiremos seguramente cosas como «esas marimachos que las llevan por un camino equivocado»…. O seguro que cosas peores y de difícil definición para mí en este momento.
Lo peor será lo que salga de las bocas de otras mujeres, motivadas estas por su labor en partidos políticos o empresas en que sus propios cargos estén en entredicho en tanto no se manifiesten de un modo claro en apoyo o denigre de las huelguistas. Se verán obligadas a desautorizarlas, pero, claro, sin pasarse, pues sería demasiado obvia su posición. ¿Y cual es su posición?, que nos lo expliquen ellas mismas.
Vamos, señores, sí me dirijo a nosotros, miremosnos de verdad en el espejo de nuestra propia honestidad para enfrentarnos con la verdad y decirnos que vamos a empezar a partir de ya a ser más justos con todas las mujeres que nos rodean. No mejores, ni más aduladores, simplemente más justos. Compartamos más, ¿el qué?, pues todo, es decir todo. Y en este todo último, sobre todo, el trabajo doméstico.