Rosa Ortega Serrano
Este mes no tenía tema, la gripe ha ocupado mis entrañas y ha machacado mi cerebro, pero llega el 8 de marzo y las mujeres estamos llamadas a hacer huelga laboral, de consumo, de cuidados y educativa. Es decir estamos llamadas a parar el mundo.
Porque tengo dudas y un enorme respeto por esta convocatoria no voy a hablar de ella. Primero voy a leer la información y después pensaré.
Pensar, enseñar a pensar, darte tiempo para pensar, no permitir al otro que malgaste el tiempo de pensar, parar el pensamiento y con él la acción de pensar. He ahí una buena razón para buscar un tema importante y sobre el que debemos seguir reflexionando y debatiendo toda la vida: el feminismo.
En muchas ocasiones he manifestado la necesidad de retomar la mirada sobre la desigualdad entre hombres y mujeres, niños y niñas, especialmente en el ámbito educativo. El objetivo como siempre es mantener la lucha, pulir el lenguaje, conseguir cambios en las leyes e ir alcanzando la igualdad laboral y social, el reconocimiento y sobre todo el respeto incuestionable y público de nuestros compañeros.
Mucho hemos ganado, sin duda, y este podía ser el momento en la historia de la lucha de las mujeres en el que compartir con los hombres la impagable satisfacción del cuidado y el amable sabor del «amor de madre». Soñamos con transformar las conductas estereotipadas del varón y aceptar de una vez por todas que los hombres también lloran. «Cuando se cuida, se comprende en qué medida la vida es frágil, sobre todo en algunos momentos como la infancia, la enfermedad y la vejez», argumenta la pensadora ecofeminista Alicia Puleo.
Porque esto no es una lucha de fuerza, sino de entendimiento, de denuncia constante de cualquier humillación o violación, de persecución del delito y de los culpables pero sin voluntad de revancha, simplemente aplicando la justicia. Dar el poder y la fuerza a las mujeres para luchar en el ámbito doméstico pero también cultura y educación para gritar en el espacio público.
Dicho esto me parece que muchas cosas se nos pasan de frenada por la izquierda o por la derecha, por la vía del que conserva o del que revoluciona. Se empieza rechazando el lápiz de labios y se acaba denunciando acoso en la pescadería. Cada cosa en su sitio y la percepción y el análisis de los hechos en cabeza. Especialmente porque el movimiento feminista es tan importante para las mujeres y los hombres y hay que seguir luchando. Nos podemos pasar destruyendo lo que habíamos montado si no nos preguntamos qué debemos cambiar y qué debemos conservar. Parafraseando a Alba Rico «El feminismo es la única posición realmente conservadora que existe porque quiere conservar no solo los cuerpos con su maravillosa fragilidad, sino también las conquistas del derecho, tanto en el ámbito civil (libertad de expresión, libertad sexual) como en el jurídico: igualdad ante la ley, presunción de inocencia, seguridad procesal, proporcionalidad de las penas, casuística, distinción entre pecado y delito».
No podemos permitir un retroceso en las ideas y que los que son charlatanes, pero no feministas, aumenten los chistes en los taxis porque hemos caricaturizado los argumentos; ni en las carnicerías ridiculizando lo conseguido: el respeto a la mujer en la calle, la igualdad salarial, el pleno convencimiento de las nuevas generaciones de que no hay nada que discutir sobre igualdad de sexos porque hablamos de justicia.
«¿Para qué desmontar si podemos demoler?», se preguntaba Lichtemberg en uno de sus famosos aforismos.
Leo a Javier Marías opinando sobre feminismo y me reafirmo en la necesidad de seguir adelante dejando de lado las opiniones demagógicas y maldicientes que provocan esas risas estúpidas en los taxis y las carnicerías: «ya no habrá besos en las carreras de ciclistas «. Y la federación de golf en EEUU prohíbe las faldas cortas a las jugadoras… Me dejó atónito. Vamos a ver, las feministas han luchado durante décadas por vestir como les daba la gana. Y las sufragistas querían descubrir el tobillo. Y ahora resulta que por otros motivos no puede usted usar minifalda . ¡Déjenme en paz!» Me quedo con alguien que se pregunta si Javier Marías está en campaña de promoción de su último libro. Tonto no es y seguro que ha leído cientos de artículos sobre los adornos y la cosificación.
Hoy no hay lugar para la poesía
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