Rosa Ortega Serrano
Cuando era pequeña y oía hablar de una lengua universal que iba, por fin, a resolver el conflicto de Babel, me ponía muy contenta y miraba al cielo porque algo tan bueno solo podía caer de allí. Me parecía que el esperanto nacería del diálogo entre los pueblos y de la concordia y la igualdad. Evidentemente era pequeña e inocente porque la nueva lengua ya estaba aquí, era el inglés. Las razones de su supremacía son de índole geopolítico, económico o de número de hablantes, ¡no tengo ni idea! y por otro lado no tiene mucho interés reflexionar sobre los motivos de esta imposición lingüística, porque mañana puede ser el chino, el ruso o el marciano. Quedémonos con la idea de una única lengua, un único pensamiento y una sutil pobreza de ideas.
Algunos amigos americanos, ingleses o irlandeses lamentan la vulgarización que hacen determinados profesionales de su idioma, al utilizar una jerga generalmente asociada a una materia, pero que no reconoce matices ni esfuerzos para su correcto aprendizaje. Solo se valora la funcionalidad del idioma inglés y aún esto obligados por la presión social.
Por otro lado al ritmo que perdemos las palabras y que simplificamos el lenguaje nos bastará con la traducción de una docena de términos para comunicarnos en cualquier idioma y situación.
Y además, contando con esta necesidad de conocimiento del mayor número de lenguas posibles, y en medio de toda esta presión mediática y social, la consejería de educación de la Comunidad de Madrid decide hace 13 años que los colegios e institutos públicos deben ser bilingües. Mira tú por dónde vamos a pasar del analfabetismo idiomático, al bilingüismo (uso habitual de dos lenguas por parte de un individuo o un grupo de individuos en una comunidad de hablantes). Los colegios privados ya hace décadas que supieron de la conveniencia de ampliar el horario de las clases de inglés y de buscar estrategias para que sus alumnos fuesen bilingües. Creo que no tengo información suficiente para cuestionar la progresiva reconversión de los centros educativos en centros bilingües y además pienso que con una generación de alumnos bilingües (de primero a sexto de primaria) ya en la calle, debían ser los datos proporcionados por las instituciones los que nos permitieran opinar con conocimiento de causa de este tema. Pero, ¿dónde están esos datos? ¿Sabemos cuál es el dominio del inglés que tienen los niños y niñas de estos centros al acabar la educación primaria? ¿Este sistema contribuye a mejorar la formación de los alumnos y disminuye el fracaso escolar? ¿Facilita sus viajes? ¿Amplía sus ganas de aprender nuevos idiomas? ¿Son más felices?
Si es imparable y dentro de poco todos los centros públicos en España serán bilingües en español e inglés, no es posible que todavía no haya multitud de tesis electorales que demuestren sobre el terreno que ésta también es una experiencia educativa de éxito y que por eso los políticos y técnicos de educación de la Comunidad de Madrid están empeñados en que sea universal.
Hoy me hubiera gustado hablar de la importancia de la música en la educación de nuestros hijos e hijas y de su progresiva desaparición del currículo. Pensaba plagiar algunas reflexiones de sabios psicopedagogos para intentar convenceros de la importancia que tiene la formación musical y como se ha visto rechazada por otros aprendizajes entre ellos el del inglés. También está el gran tema catalán y cómo hemos asistido estupefactos a unas elecciones que hacen que todo siga igual pero radicalmente diferente. Y, por supuesto, la navidad y las vacaciones para todos aquellos que puedan disfrutarlas. En fin, muchos temas y poco espacio. Los versos son de ÁNGEL GONZÁLEZ
POEMA ELEGÍA PURA?
Aquí no pasa nada,?
Salvo el tiempo:?I
rrepetible
?Música que resuena,
Ya extinguida,?
En un corazón hueco, abandonado,?
Que alguien toma un momento,?
Escucha
?Y tira.
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