Rafael de Frutos Brun
Queridos convecinos/as: Desde la confianza y la amistad que nos proporciona la proximidad de nuestros pueblos, me permito hacer una invitación a todos los que nacimos allá por la década de los años 30-40 para contar nuestras vivencias, historias, avatares, amoríos, alegrías y desconsuelos que durante tantos años hemos vivido. No importa si hemos sido universitarios, labradores, ganaderos o comerciantes. Sobre todo somos «serranos» y de ello estamos orgullosos. Para ello tenemos una puerta abierta en SENDA NORTE donde podemos dejar plasmado todo lo vivido. Seguro que a muchos les gustará conocer historias de la tierra que nos vio nacer.
EL CORRAL DE LOS……..
«Eran los diez y nueve días del mes de diciembre del año de 1827 cuando…» sucede un desgraciado accidente en el pueblo de Montejo, que el cura de turno deja sentado en la partida de defunción, que dice los siguiente: «Yo, el infrascrito cura propio, di sepultura eclesiástica a los cadáveres de dos hombres que desgraciadamente fallecieron arrecidos en el término de este pueblo, según resultó del conocimiento efectuado por dos facultativos nombrados para el efecto por el Señor Alcalde Mayor de Buitrago, y según las noticias que se han tomado en personas verídicas, resultó que se llamaban Carlos, de Boceguíllas, que venía a vender aguardiente a estos pueblos, y el otro Mateo, natural de Peralejo (obispado de Sigüenza), de la provincia de Soria, de estado casado y sargento retirado, según constaba en el pasaporte que se le encontró en el bolsillo. Traía (Mateo) un macho con platos que fueron vendidos en este pueblo y el macho fue llevado a Buitrago por disposición de la autoridad; en la misma villa fue también vendido por el juez el borrico que traía Carlos. Y para que conste lo firmo fecha ut supra».
Firmado Doctor D. Pedro (tanto los apellidos del cura como los de los fallecidos los hemos omitido.)
Hasta aquí la partida de defunción asentada por D. Pedro, sin poner ni quitar nada, que nos deja para siempre el nombre del CORRAL DE LOS ARRECIDOS.
Probablemente estos vendedores ambulantes pasaron por el puerto de Somosierra y deseaban llegar a Horcajuelo, Montejo o Cardoso. Y cruzarían al término de Horcajuelo por el molino del señor Cecilio, pero no olvidemos que era diciembre y que tal vez el agua, el frío o la niebla los hizo desviarse perdiéndose en la noche. No sabiendo dónde se encontraban, vieron un corral, que tiene una peña en forma de visera, que alguien había intentado cerrar, con forma de choza y allí se cobijaron. La leña estaba húmeda, no consiguieron hacer fuego y el frío era mucho. Fue su última noche. Ya no vieron el amanecer.
Está el dicho corral por encima del Zarzillo, de cara a la Madre de la Reguera, en la margen izquierda del río, llamada «Laira de la Presa», y que fue propiedad del matrimonio formado por Eduardo y Martina.
Siempre nos quedará una duda ¿venían a Montejo a vender sus productos y con la niebla se perdieron? ¿Tal vez quisieron llegar a Cardoso y el frío les hizo desistir? ¿Uno de ellos enfermó?
Nunca lo sabremos lo que si sabemos cierto es que los restos del corral y la peña siguen en su sitio y que allí hubo dos fallecidos hace 190 años y eso hace que le sigamos llamando «EL CORRAL DE LOS ARRECIOS «
Si tienes historias que contar ya sabes que puedes hacerlo a través de SENDA NORTE.
Montejo de la Sierra 2017
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