Miguel Ángel Granado
Los escribanos son una familia de aves de tamaño medio, con el pico cónico, adaptado para poder comer semillas, que es parte de su alimento. En nuestro país, contamos con siete especies; hoy vamos a hablar de la única que es estival: el Escribano hortelano (Emberiza hortulana). Típico en la media montaña, puede aparecer incluso en alta montaña, hasta los 2400 metros de altitud. A la hora de identificarle, lo que más llama la atención es la bigotera, garganta y el anillo ocular que son amarillos; este color se da tanto en jóvenes, hembras y machos en época no reproductora. En época de cría en primavera, los machos adquieren una coloración verdosa lisa en la cabeza, cuello y pecho; mientras que la garganta y bigotera siguen teniendo color amarillento. En ambos sexos las zonas inferiores son marrones anaranjadas y, las superiores (alas y manto) son pardo grisáceas y presentan vetas amarronadas. Mide de 15 a 17 cms. y pesa aproximadamente unos 25 gramos.
Le encontraremos en la mitad norte peninsular y únicamente en Sierra Nevada, en el sur. Siempre en los sistemas montañosos. Ausente en Baleares y Canarias. En nuestro país se alcanza el límite meridional de su distribución europea, al igual que en otras penínsulas mediterráneas. Por el norte llega hasta la zona sur de Escandinavia. Por el este penetra hasta el centro asiático, aunque sus poblaciones son muy fragmentadas. En nuestra comarca es frecuente. Cuando llega el frío, todos ellos se desplazarán hacia zonas tropicales de África, realizando migraciones de miles de kilómetros. Suelen realizar estos viajes de noche. Su hábitat preferido son los bosquetes abiertos de media montaña con vegetación dispersa, como piornos, brezos, etc. donde se suele posar a cantar. Muchas veces le encontraremos en huertos de montaña.
El Escribano hortelano se alimenta de invertebrados y semillas; en época reproductora, cuando más aporte energético precisan y, coincidiendo con la época en que hay más insectos, su dieta estará compuesta casi en su totalidad por saltamontes, grillos, escarabajos, hormigas,…En otoño sin embargo, será casi exclusivamente granívora. El periodo reproductor comienza tarde, sobre finales de mayo y es bastante corto, finalizando a primeros de julio. El nido lo instala en el suelo, aprovechando alguna depresión o al borde de una zanja; lo tapizará con pasto seco y raíces diminutas. La puesta que puede llegar a producirse hasta mediados de junio, consta de 3 a 6 huevos, que incubará la hembra durante cerca de dos semanas. Pasado este tiempo, eclosionarán los huevos y nacerán los pollos, alimentados por ambos sexos, aunque preferentemente será la madre la que se ocupe de ellos. Tras casi otras dos semanas abandonarán el nido, en muchas ocasiones sin ser todavía capaces de volar por lo que seguirán cerca de éste. Como mínimo transcurrirá otra semana hasta que se independicen del todo.
Su reclamo es sencillo, se compone de sílabas cortas, la más frecuente es como un «dsili» melodioso. En cuanto al canto, son variaciones de una estrofa disilábica, que repite varias veces, terminando con un final más largo y decelerado, como «tsi-tsi-tsi-tsi-ruiiiii». El Escribano hortelano se adapta con facilidad a diversos ambientes, lo que hace que aún no se encuentre en peligro. El abandono de huertos de montaña y la intensificación agraria, que elimina setos y linderos, son sus principales amenazas. También incide negativamente el uso de pesticidas, que matan a sus presas naturales. Pero, sin duda, la caza ilegal durante la migración, en la que se abaten muchos ejemplares, es lo que más diezma las poblaciones. Aparece con la categoría «De interés especial» en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. Cuidemos de este bonito pájaro y seguiremos disfrutando de su canto en las zonas de montaña.
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