(Dedicado a mis amigos David y Laura, con quienes disfruté de la observación del autillo en nuestra comarca; vino a posarse al lado nuestro y, a simple vista durante unos segundos mágicos; inolvidable su mirada curiosa)
Miguel Ángel Granado
En el mundo de los pájaros existen multitud de variaciones, dependiendo de algunas características: forma, tamaño, color, comportamiento,… En las diferentes familias hay especies claramente distintas y otras muy parecidas; probablemente hace miles de años fueran una única que, se fue adaptando en función del medio en el que se encontrara. El Autillo europeo (Otus scops) pertenece al orden (grupo) de las rapaces nocturnas, que lo componen aves muy diversas. Sin duda, el más semejante a nuestro protagonista sería el Mochuelo europeo, del que ya hablamos hace tiempo. Similares ambos a simple vista, al observarlos en detalle el Autillo es ligeramente más pequeño y menos redondeado que su pariente, con las patas más cortas y, con unos penachos a modo de orejas que pueden apreciarse cuando está alerta. Si estamos en pleno invierno, en zonas como el centro y norte peninsulares solo podría tratarse del Mochuelo, puesto que nuestro protagonista es estival: cruzará el Estrecho de Gibraltar procedente de África y arribará a nuestra geografía a partir de la primera quincena de marzo. Resaltar aquí que existen bastantes citas de la especie en invierno, algunas en nuestra comarca. Unas compañeras de SEO-Sierra Norte detectaron un individuo en pleno mes de enero, hace un par de años. Aún así, son observaciones aisladas; sí que está constatada la presencia, cada vez mayor, de individuos que no cruzan a África y se quedan en el sur de España.
A la hora de identificarlo, comenzaremos por el rasgo más común y de sobra conocido por todos: su canto, un «kiú» de tono aflautado, que repite cada dos segundos; esa breve nota se puede prolongar durante muchos minutos. A partir de primeros de abril y hasta finales del verano, será un sonido cotidiano durante la noche. La hembra le contesta en un tono más agudo, menos audible. Difícil de ver, suele estar en los árboles y, posee un gran poder mimético. Se reconocen dos morfos en esta especie: uno gris y otro pardo rojizo. En nuestra península predominan mayoritariamente los individuos grisáceos. Si tenemos la suerte de localizarle, apreciaremos una serie de líneas y trazas en su plumaje, que le ayudan a camuflarse al confundirse con la corteza. Si se siente observado se estira, pegándose al tronco y «frunciendo el ceño» para que no se aprecien sus ojos, de color amarillo azufre; el pico es negro azulado. Aún sabiendo donde está, nos costará apreciar que sigue ahí; permanece completamente inmóvil. Las hembras son ligeramente mayores que los machos. Sus dimensiones medias son 20 cms. de longitud, 40-45 cms. de envergadura y unos 100 gr. de peso. Es el más pequeño de los búhos existentes en nuestro país. Se halla bien repartido por toda la Península e islas Baleares; ausente únicamente en regiones muy montañosas y áridas, escasea por encima de los mil metros de altitud. Aún así, se le escucha en cualquiera de los pueblos de la Sierra Norte. Es un ave de carácter forestal aunque no gusta de bosques espesos, prefiere las formaciones con claros. Un agujero en un árbol viejo, a más de dos metros del suelo, es lo único que necesita el Autillo para establecer su nido, en el interior del tronco. No suelen aportar ningún material para el lecho. Frecuentemente reutiliza los de pájaros carpinteros como el Pito real. También puede instalarse en oquedades de edificios antiguos.
Las parejas se establecen en marzo o primeros de abril; estarán cerca de un mes con el juego amoroso hasta que la hembra se decide a poner de 3 a 6 huevos, en intervalos de dos días. La incubación corre a cargo de ella y transcurre durante unas 25 jornadas; tras eclosionar, seguirá siendo la hembra la que se encargue de los pollos y el macho aportará el alimento. Tres semanas después de nacer, sin completar su plumaje, los pequeños dejarán el nido aunque aún no tienen capacidad para volar, esto sucederá transcurridos unos doce días. A partir de ese momento, la hembra acompañará a su consorte en la búsqueda de presas para la manutención de la descendencia. Predan sobre insectos como saltamontes, grillos, polillas, etc. Menos frecuentes son las capturas de largatijas, pajarillos y roedores. Desde finales de agosto hasta entrado octubre, estas simpáticas rapaces menudas abandonarán nuestros pueblos y emprenderán la migración hacia África. El Autillo está incluido en el Listado de especies silvestres con la figura de Protección especial. Sus amenazas se deben fundamentalmente a la pérdida de hábitat, como sotos fluviales y árboles viejos donde anidar. Asimismo, el empleo en los campos de pesticidas que hacen que disminuyan sus presas; otras causas menores son atropellos y expolio de nidos. Protejamos a esta graciosa ave para que, el vacío que nos queda en otoño al no escuchar su frecuente canto, no lo sea tanto cuando volvamos a oírle el siguiente marzo.
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