Olvido Gracia.
-Oye mamá, ¿qué le pasa a ese niño que llora en la puerta del cole?
– ¡Pues qué le va a pasar!, que no quiere entrar en el cole
Entonces el niño pilla carrerilla y en un sprint tremendo para sus tres añitos, se mete en el colegio y empieza a saltar de la ilusión al verse dentro.
– Vaya mamá, ¡te has equivocado totalmente!
Y yo me veo como una madre que está fuera de onda, ¿Qué me he perdido?, ¿qué ha pasado desde que dejé el colegio?, si parece que fue ayer… En mi época ningún niño quería ir al cole y todos llorábamos para no entrar, incluso yo ponía el termómetro en la bombilla y me metía en la cama a toda prisa con tal de perderme un día de clase.
Me vuelvo a fijar…y veo un edificio sin mucha gracia, ni grandes instalaciones. El patio no tiene ni columpios y para estar en un pueblo, no hay ni una flor…¡ menudo sitio! me asomo, y el niño de tres años continúa con cara feliz.
¡Cómo me hubiera gustado ir tan entusiasmada al cole!, pero a mí cuando me sacaban al encerado, me sentía como un pobre gato tiñoso acorralado por un profesor que se paseaba rondándome al acecho, mientras un sonido de regla contra mano, iba marcando el pum pum de mi corazón desbocado, hasta que ….ZAS-ZAS, llegaba el pescozón…y bueno, al final te quedabas más relajadita, ¡ya estaba pasado!
La madre del niño está aún mirando a su hijo desde fuera, y empezamos a charlar. Entonces me cuenta cómo funcionan este tipo de colegios.
Los CRA, son centros escolares agrupados que comparten el profesorado entre varios pueblos con el fin de poder mantener las escuelas en los distintos municipios, además éstos casi se están quedando sin niños, así no habría que usar el transporte, y además, un pueblo sin escuela, es como la antesala al Campo Santo….
La madre con la que hablé, había elegido el pueblo para vivir porque tenía escuela y me contó que aunque desconocía en un principio el tipo de enseñanza que se impartía, ahora estaba muy contenta y que la vuelta a Madrid, no se produciría ya por voluntad propia.
Juani, que así se llama la madre de Mario, me dice que hay una enseñanza muy personalizada a cada niño, el número de alumnos es pequeño, entonces juntan varios cursos en la misma clase. El ritmo de aprendizaje lo marca cada niño y además cuando ven a ven a los mayores quieren aprender más. Al cole van contentos, porque les dejan ser personas, porque les enseñan valores, a resolver conflictos y los profesores les trasmiten la curiosidad por saber cosas nuevas.
Y yo lo pensaba ,y me decía, fíjate, niños que les dejan opinar y se sienten parte implicada en su aprendizaje…., claro hay programas marcados y se cumplen, me decía Juani, pero los profesores les guían para que de ellos salgan las ganas y no sea como mi Señorita Soledad que decía : Tema número 5: Los minerales, entonces echaba una retahíla tremenda y nunca enseñó ni uno….¡si ese temario ahora está en internet!, lo importante es que los niños salgan al campo e identifiquen los minerales, los toquen y quieran saber más de lo que les rodea.
En el pueblo salen con los forestales y les enseñan sobre el terreno, hablan con los mayores y les muestran un huerto, también, a veces, interactúan con los padres en clase.
Son niños que toman la calle y juegan en los parques sin hacer cola en los columpios, que se atacan con moñigas de vaca, que cogen grillos y los llevan al cole, chicos felices y espontáneos que están siendo tocados por la varita mágica de lo rural.
Claro, lo rural tiene su parte mala, y es que tiende a desaparecer y a quedar en un recuerdo o un fugaz paseo en un entorno turístico para las familias que escapan a la sierra en fin de semana. Que no hay medios para tan pocos niños, que la profesora de gimnasia lleva el coche lleno de balones manidos de un pueblo a otro porque no hay material para todos los centros.
A veces en invierno nieva, y a los profesores sólo les falta terminar el trayecto en skies, por las ganas de conservar su puesto de trabajo.
Porque encima de que hay pocos niños, muchos padres se los llevan a otros colegios que son subvencionados y que gastan más en publicitar su enseñanza y en darle caché, dejando las escuelas del CRA extenuadas, al borde del cierre.
Porque parece que lo que nos cuesta dinero es mejor, y digo yo… ¿mejor para qué? Me gustaría que mi hija tuviera esta enseñanza y que creciera como persona, y que tenga conocimientos, claro, pero lo principal es que tenga curiosidad, que fomente su creatividad, que sepa reaccionar adecuadamente y que lo demás… ya vendrá.
La preocupación de Juani, es que desde que llegó ha ido descendiendo el número de niños, y a ella le gustaría que sus hijos terminaran el ciclo escolar en el pueblo que eligió para vivir, en un centro del CRA, que para ella, es un lujo de enseñanza.
Si lo rural no interesa, porque somos muy poquitos, pues aunque sea, que los profesores se vistan de pastores antiguos, para que si desde el ministerio de educación no contamos, nos preserve el de turismo y o el de medio ambiente. Ahora os digo, que desde que decidí venirme al pueblo, mi hija ha aprendido a aullar como un lobo, ojalá así nos cuiden como especie a extinguir.
Seguiremos luchando para que la educación en el CRA siga haciendo personas.
SI, SEÑOR, Y DE PUEBLO.
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