José de Villamisar
Desde Peñalabra
Mucho se habla en las campañas electorales, de reformar el Consejo General del Poder Judicial, para que sea realmente un verdadero Poder independiente de la clase política. Pero una vez terminada la campaña e instalado el partido político en el Gobierno se olvidan de las promesas y el Poder judicial sigue como estaba, a las órdenes del gobierno de turno. En el último pacto que firmaron el Partido Popular y Ciudadanos, acordaron muy tímidamente, reformar el Consejo General del Poder Judicial, con el fin de dar mas protagonismo a los jueces que a los políticos.
Ami entender esto no es suficiente, para que la justicia sea realmente independiente, no basta reformar el órgano de control de los jueces sino también determinados estamentos judiciales.
Es cierto que la gran mayoría de los jueces son independientes e imparciales, porque su vida profesional está organizada por normas legales, pero existe la élite judicial que no está sujeta a estas reglas y en su nombramiento intervienen los políticos.
Esta élite de la justicia está formada por el Presidente y los Magistrados del Tribunal Supremo, los presidentes de sus respectivas salas, los presidentes de los tribunales superiores de justicia de las diversas comunidades autónomas y también sus presidentes de sala, los presidentes de la Audiencia Nacional así como los respectivos presidentes de sus salas, etc…
Todos estos cargos que son los que realmente mandan en la justicia, no son nombrados de forma objetiva, por antigüedad, por méritos, por oposición,…, no, los nombra el Consejo General del Poder Judicial, arbitrariamente, por amistad, por afinidad política, por peloteo, o por lo que sea, menos por los méritos contraídos a lo largo de su carrera.
Si repasamos estos años que llevamos de democracia, observaremos el trasiego que políticos y jueces se hacen entre sí, los jueces a la política, vuelta ala judicatura, y los políticos al órgano que controla los jueces, en fin una verdadera puerta giratoria.
Mientras esto siga como está no podremos hablar de la independencia judicial, por mucho que se reforme el Consejo General del Poder Judicial.
Muchas veces afirmé en éste periódico, que todos los políticos son iguales, es posible que en alguna ocasión me haya pasado de frenada, pero cuando uno ve a esos corruptos mintiendo de forma chulesca y con descaro y sus compañeros arropándoles, es difícil, muy difícil, no creer que todos son iguales.
Estos días asistimos a la triste y vergonzosa «tapadera», que tanto los políticos del Partido Socialista como los del Partido Popular hacen de sus correligionarios corruptos y tramposos, unos en Andalucía y los otros en Valencia. Se hacen un cruce de acusaciones, intentando salvar a los suyos, cuando a la vista de todos no tienen salvación alguna. Son «corruptos y chorizos», de la derecha y de la izquierda, pero «chorizos sin-vergüenza»y los que los encubren o tratan de encubrir más chorizos todavía.
Con esa actitud están dañando gravemente a la sociedad, a las instituciones, y a ustedes los políticos, que no quieren reconocer a su propio corrupto, solo reconocen al del partido contrario.
No me explico que, a pesar de tanto latrocinio y de tanta «chusma», que está ejerciendo la política, haya gente que siga votando como si no hubiese pasado nada.
Sr. Sánchez, ataque a sus corruptos con el mismo ahínco que lo hace con los de sus adversarios y déjese de tanta «presunción de inocencia» con ellos, bótelos a la p.. calle.
Sr. Rajoy, haga vd. lo mismo con los suyos, a ver si entre todos limpian las cloacas. España que tanto ustedes quieren se lo agradecerá.
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