Las currucas son aves numerosas, sobre todo en época estival aunque no son fáciles de localizar; la ventaja para encontrarlas es que suelen reclamar constantemente. Su carácter esquivo hace que se oculten en el interior de los arbustos, dificultando su visualización. Hablaremos en este escrito sobre la Curruca zarcera (Sylvia communis) que es una de las más numerosas.
Aparece por nuestra península desde primeros de marzo aunque es a finales de abril cuando llegan la mayoría de los individuos. Permanecen en nuestras latitudes hasta primeros de noviembre aunque generalmente se marchan durante el mes de septiembre. En cuanto a su identificación, es un ave pequeña, de unos 14 cms. de longitud; sin embargo dentro de las currucas es de las medianas. Tiene como todas ellas la cola larga; la zarcera tiene las rectrices externas (plumas de la cola) blancas; asímismo tiene la garganta blanca y la zona ventral blanquecina, apareciendo en el caso del macho un tono asalmonado en esta parte inferior. En los machos, siempre más llamativos, la zona dorsal es de color pardo y la cabeza gris en época reproductora, fuera de la época de cría la cabeza es también de color pardo; las alas de color pardo-rojizo.
En el caso de la hembra, muestra tonos más apagados, con la cabeza y el dorso de color pardo, la garganta de un blanco más apagado que en los machos y no presenta las tonalidades rosadas en el vientre, siendo éste blanquecino; ambos sexos tienen las patas de un color claro y el color del iris es rojizo, muy llamativo. En época reproductora, se la puede observar por toda Europa y Asia occidental. Invernan en la zona subsahariana, llegando hasta Sudáfrica. En nuestro país, se encuentra por todo el tercio norte peninsular, siendo más escasa en el Sistema Central y otras cordilleras, aunque también existe en las sierras béticas y subbéticas. No cría en las islas, ni en Baleares ni en Canarias. Suele estar en ambientes frescos y húmedos, por eso en el sur solo la localizaremos en zonas de montaña como Sierra Nevada. En nuestra comarca, la veremos con más probabilidad en la Sierra del Rincón. Aunque en la cornisa cantábrica se la puede observar a nivel del mar, suele aparecer con más frecuencia entre los 1000-1500 metros. Esta especie emite sus variados cantos tanto desde posaderos arbustivos como en vuelo.
Asociadas a los arbustos, podemos encontrarlas en matorrales de montaña, setos arbustivos, etc. El macho construye el nido en el interior de esta vegetación, generalmente a baja altura; es un pequeño cesto de ramitas y hojas recubierto con plumas y pelo. Efectúan una o dos puestas cada temporada que constan de uno a siete huevos: la incubación corre a cargo de ambos sexos y se prolonga durante unos doce días; tras la eclosión los pollos son alimentados por los dos miembros de la pareja y, tras otros doce días, abandonarán el nido; aunque permanecerán entre dos y tres semanas cerca de los padres. Pasado este periodo, se independizarán definitivamente.
Estas pequeñas aves se alimentan de hormigas, escarabajos y en general de todo tipo de invertebrados. Al final del verano y antes de emprender la migración postnupcial, las bayas de los arbustos constituyen una buena fuente energética. Hay que tener en cuenta que ésta, al igual que otras especies de pequeño tamaño, realizan viajes de miles de kilómetros desde zonas situadas al sur del Sáhara. Y lo hacen dos veces al año: vienen en primavera a reproducirse a Europa y Asia y al final del verano regresan de nuevo a estas zonas meridionales africanas.
La curruca zarcera no está amenazada aunque hay un pequeño declive poblacional en los últimos años. Le afecta principalmente la alteración de su hábitat debido a desbroces de matorral, incendios, eliminación de linderos arbustivos,….Aparece con la figura «De interés especial» en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. Esperemos que el día de mañana, ésta y otras currucas sigan alegrándonos con sus melodías en nuestros paseos campestres.
Miguel Ángel Granado (Coordinador SEO-Sierra Norte)
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