Francisco Ruiz Redondo, el cura, para varias generaciones de vecinos de Buitrago y de los pueblos cercanos ha fallecido a los 87 años. Ha fallecido en la residencia donde pasaba sus últimos días. Rápidamente en las redes sociales han aparecido mensajes que recordaban su obra y su influencia en la Sierra. Nosotros, desde Senda Norte, queremos mostrarle nuestro respeto recuperando una entrevista que le hicimos en julio de 2004, con motivo de sus 50 años como párroco. La entrevista la realizó Fran Sueiro, con fotografías de Andrés Molina, y que publicamos en nuestro número 79.
Francisco Ruiz: 50 años de cura
Francisco Ruiz Redondo, 75 años. Cura desde los 25, los últimos 48 años los ha pasado en Buitrago. Empresario, educador, amante del deporte, ha sido uno de los pilares en la promoción y el desarrollo de la comarca. La escuela de oficios Santa María del Castillo fue, sin duda, su pequeña gran obra: contribuyó en gran manera a la formación de cientos de serranos en la década de los 60. Ahora inmerso en su vida sacerdotal, dedica su tiempo a la parroquia. Después de tanto ajetreo, llegó la hora del sosiego.
Bodas de Oro para el párroco de Buitrago, celebradas con los honores merecidos. Homenaje por parte del Ayuntamiento y Ceremonia Eucarística oficiada por el Cardenal Rouco Varela, con la asistencia del obispo auxiliar Fidel Herranz y de un buen número de Vicarios Episcopales, además de muchos de los sacerdotes de la comarca.
Días después visitamos su iglesia y nos recibe en la sacristía. Voz apacible, mirada vivaz y aspecto envidiable. No parece que por esos ojos azul transparente hayan pasado casi medio siglo de la historia de Buitrago. Llegó aquí cuando esto todavía era la Sierra Pobre. En 1956 el pueblo no era ni la mitad de lo que es. Épocas duras para los 530 habitantes; para los que se quedaron, porque una gran parte de la población emigraba en busca de su oportunidad en las grandes capitales como Madrid o Barcelona. También probaban suerte en otros países europeos como Francia, Alemania o Suiza. Con este panorama, las actividades del párroco se centraban en tomar contacto con la población e intentar hacer más llevadera la vida a su parroquia, organizando teatros, rondallas y partidillos de fútbol.
Creación de la escuela de oficios
Tras 6 años de estancia, Francisco se da cuenta de que una de las carencias fundamentales que padecía la juventud de la comarca era la falta de recursos para adquirir una formación. Muchos abandonaban su hogar sin saber un oficio con el que defenderse en la ciudad, y las dificultades eran para encontrar un trabajo enormes. Por eso se le ocurrió fundar la Escuela Profesional Santa María del Castillo. El camino no fue fácil. Con la autorización del Obispado emprendía esta aventura que contó en su inicio con 14 alumnos y que llegó a tener 450 chicos y chicas de toda la Sierra que aprendían carpintería, fontanería, electricidad o jardinería. En sus frecuentes desplazamientos a Madrid, para realizar gestiones y obtener financiación, le ocurrieron infinidad de anécdotas. Como el día en que haciendo autostop le recogió un joven a quién contó su proyecto y las necesidades de sus chicos, y éste, interesado por la escuela, le proporcionó la suma necesaria para la compra de colchones para el internado; años más tarde sabría que este joven era Luca de Tena, director del ABC.
Pero, frecuentemente, las dificultades eran mayores en el plano social que en el económico.
Porque fueron muchos los que no creían en esta transformación social y para otros, a pesar de las becas y ayudas, constituía un gran esfuerzo prescindir de una mano trabajadora en su familia. Por eso, desde su punto de vista, los jóvenes aprovechaban mucho más que ahora los recursos para el aprendizaje.
Una vez funcionando la escuela, y para paliar la falta de trabajo y recursos de la Sierra, creó una empresa de construcción que daba empleo a 70 obreros y con la que se construyeron 25 hotelitos y más de una treintena de casas.
Pero el proyecto creció enormemente. Comenzaba la década de los 70 y la sociedad se encontraba inmersa en una época de cambio, así que Francisco creyó positivo que una institución con más capacidad gestionase la escuela. Por eso firmó el convenio con Caja Madrid, actual gestora de la escuela. Y para que sirviera de estímulo, proporcionó los terrenos en los que ahora se ubica.
Residencia para ancianos y escuela de integración
Pero no cesó ahí su etapa de promotor social. Su condición de párroco de Buitrago le otorgaba también el puesto de rector de la Fundación Hospital de San Salvador, creada en el S.XV para atender a mendigos y gentes de paso, que en aquellos momentos contaba con escasos recursos económicos. En la dirección de esta fundación puso en marcha, durante los años 80, la Residencia de la Tercera Edad, con capacidad para 42 mayores y la Escuela de Oficios Manuales San Francisco de Asís integrada por muchachos de 13 a 16 años con problemas de integración. Años más tarde construiría en una finca de San Mamés la nueva escuela, ubicación que se mantiene hasta hoy.
También con los chicos de la escuela realizó diferentes actividades como la creación de la Coral Santa María del Castillo, en la que enseguida participaron vecinos del pueblo y que con los años se transformaría en la actual coral. Y la transformación de la Iglesia, quemada durante la guerra civil, y que gracias al trabajo de estos chicos se convirtió en uno de los templos más originales de la comarca, motivada y abierta a la integración de las tres religiones monoteístas que durante la historia han pasado por la villa: islámica, judía y cristiana.
Y ahora, tras tanta actividad, llega una calma relativa. Reconoce que la Iglesia no pasa por un momento excesivamente dulce, porque hay menos fe. Pero cree que no se necesita tanto su aportación en la lucha social. «Antes la gente venía a la iglesia para que les arreglases sus problemas. Ahora ya hay otros cauces». Y aunque considera que la religión cristiana está recibiendo muchos ataques, cree que esto la fortalecerá. «La religiosidad de hoy es más fuerte que la de hace años, que era mucho más costumbrista».
Centra su fuerza en hablar de Dios a los que se acercan por su parroquia y a sentirse más cerca de Él. «Porque, hoy en día, si los curas no hablamos de Dios, ¿Quién lo hará?.
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