Rosa Ortega
Érase una vez un escritor que leía, pero no leía solo, leía junto a sus hijos, y con ellos conjugaba el verbo cuidar :Yo te cuido, tú me cuidas, ella nos cuida, nosotros les cuidamos, vosotros nos cuidaréis y ellos nos han cuidado. El padre intentaba que sus hijos desarrollaran el «pensamiento cuidadoso», e iba despertando en ellos la confianza y la atención necesaria para vivir en sociedad. Juntos iban narrando su vida, apresando y organizando su tiempo, para que nada ni nadie les arrebatara las horas y les llevara en volandas hacia la muerte.
Este hombre, filósofo y padre, se preguntaba: ¿Es posible construir el relato de nuestras vidas si tenemos tranquilidad y lentitud para percibir el tiempo?, ¿Cómo de importante es la gestión de ese tiempo? Y, sobre todo ¿cómo se lo puedo enseñar a mis hijos? Las respuestas deben estar en el fondo de algún mar transoceánico, porque «el transcurrir del tiempo» es uno de los temas claves de la filosofía» y una de las eternas «preocupaciones» del ser humano.
A grandes males, «pequeños» remedios. Propongo hacer dos listas: en la primera escribimos todo lo que nos ayuda a pautar y fragmentar las cosas que nos pasan para (narrar) construir el relato de nuestra vida y en la segunda enumerar todos aquellos aspectos que nos permiten contabilizar y hacer números en términos de rendimiento y de productividad de nuestro tiempo. Utilizando un lenguaje economicista, sería hacer balance de la cantidad de tiempo disponible para uno mismo y en su relación con los otros; o siguiendo a Marx, valorar el grado de instrumentalización del individuo por parte de este capitalismo feroz que nos envuelve.
En la primera lista yo pondría, entre otros, la lectura, el diálogo, la tranquilidad, la lentitud, los afectos y las afecciones, las múltiples sonrisas, etc. En la segunda el control social, las jerarquías impuestas, el IVA cultural, la prisa para llegar y volver, la hucha de las pensiones, la obsolescencia programada, etc.
Mi objetivo con estas reflexiones es reivindicar el tiempo para uno mismo y para los seres queridos y me estoy dando cuenta, que todo me lleva a la misma senda (este es un guiño a los jefes de este periódico): Necesitamos más y mejor educación y mucha cultura.
Penélope tejía y destejía, regalaba tiempo a Ulises para que el héroe hiciera la guerra y volviera a casa, tras sus hazañas. Tal vez podemos (y sigo con los guiños) pedir a los RRMM que nos regalen una app (para móvil o Tablet), que nos ayude a gestionar nuestro tiempo, para que no nos lo roben los hombrecillos del traje gris.
Humildemente os recomiendo, que hagáis como este escritor, leáis a vuestros hijos a Homero, a Dickens, a Stevenson, Marc Twain, Cervantes,…o a cualquiera de esos maravillosos escritores que ponen diques en el transcurrir del tiempo. Aunque solo sea, porque es Año Nuevo.
La poesía, «esa arma cargada de futuro», hoy nos deja un poema de Pura López Cortés (Almería, 1952)
EL PROFETA
Cuando está lleno el templo
Y los fieles turbados de fervor,
Recita, compulsivos, sus rutinas;
El orondo profeta se pasea
Por la nave central y reitera su plática:
«Tenemos que querernos, tenemos que querernos..»
Alguien, siempre, lo saca para que no moleste.
(Del libro Disidentes, Antología de poetas críticos españoles 1990-2014)
Cuando leáis este texto, es posible que un nuevo proyecto de gobierno ya esté potenciando un gran pacto por la educación. No nos dejemos engañar la educación es tarea de todos. Feliz 2016
Si quieres contactar conmigo, mándame un correo a sendanorte@sendanorte.es
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