La atención es fundamental para cualquier tipo de aprendizaje, y al igual que sucede con otras capacidades, el desarrollo de la atención en los primeros años del niño es fundamental, ya que es en esta etapa donde las estructuras mentales del niño comienzan a madurar. En este sentido, la actuación de padres y profesores será fundamental.
Pero antes de hablar sobre qué es el déficit de atención conviene distinguir entre diferentes tipos de atención, si bien, todos ellos pueden darse de forma combinada:
– Atención selectiva o focalizada: es la capacidad que tenemos para centrarnos en algo en concreto. Por ejemplo, cuando prestamos atención a un anuncio o a las explicaciones que está haciendo el profesor mientras a nuestro alrededor están sucediendo otras cosas.
– Atención dividida: se da cuando tratamos de procesar información procedente de varias fuentes, por lo que debemos dividir o distribuir nuestra atención. Por ejemplo, cuando el niño tiene que atender a las explicaciones del profesor mientras trata de tomar apuntes; o cuando estamos comprando algo en una tienda mientras vamos hablando con un amigo.
– Atención sostenida: se trata de prestar atención durante periodos de tiempo relativamente largos, en los que ésta puede fluctuar, es decir, no mantenerse de forma constante. Por ejemplo, una jornada laboral o escolar exige niveles de atención a lo largo del día.
Muchos padres o profesores se quejan de que los niños se distraen fácilmente, debemos tener presente que no siempre se trata de un problema psicológico, los problemas de atención puede deberse a fatiga, interferencia de estímulos más deseados, actividades monótonas, exceso de distractores, escaso autocontrol, sueño, hambre…
Por lo tanto, cuando hablamos de déficit de atención nos referimos a:
1) Dificultad para prestar atención a los detalles, lo que le lleva a errores en las tareas escolares o laborales.
2) Dificultad para mantener la atención en tareas y actividades.
3) Sensación de que no escucha cuando se le habla.
4) Problemas para seguir instrucciones y finalizar tareas.
5) Dificultades al organizar y planificar tareas.
6) Evitación de actividades que requieren esfuerzo mental.
7) Pérdida frecuente de objetos de importancia para realizar una tarea.
8) Fácilmente distraible con estímulos irrelevantes.
9) Descuidos frecuentes en actividades diarias.
Si tienes dudas sobre si tu hijo tiene un déficit de atención lo mejor es que acudas a un profesional que pueda realizar una evaluación. Los problemas de atención puede no sólo llevar al fracaso escolar, sino también a una baja autoestima o incluso problemas de ansiedad y/o emocionales.
Cristina López Mérida
cristinalm.psicologia@gmail.com
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