Los pájaros carpinteros son una de las familias más peculiares dentro del mundo ornítico. Su característica fundamental es el hecho de hacer agujeros en los troncos de los árboles, en cuyo interior anidarán. Efectivamente, el tamborileo que se escucha a veces por el campo, ese repiqueteo contra la madera es, sin duda, debido a la acción de alguna de estas aves. En nuestro país existen 7 especies, de las cuales las más representativas son el Pico picapinos y el Pito real.
El Pito real (Picus viridis) es el segundo más grande de este grupo tras el Pito negro, que existe únicamente en los bosques norteños de los pirineos y la cordillera cantábrica. El Pito real es el más común de nuestros pícidos, el nombre de la familia que engloba a los carpinteros. Su longitud es de 31 a 33 cms. y su envergadura de 40 a 42. A la hora de identificarlo, su zona dorsal es de color verdoso mientras que la zona del pecho y vientre es blanquecina. Tiene el obispillo (zona baja de la espalda del ave, por encima de la cola) de color amarillo, muy llamativo. La cabeza tiene el píleo o capirote y la nuca de color rojo; los ojos son amarillentos y están rodeados de color negro que se continúa en la bigotera.

Ambos sexos son muy parecidos, diferenciándose el macho por tener una mancha roja en el interior del negro de la cara, la hembra carece de ella. Su vuelo es ondulante, no vuela recto, sino realizando suaves bajadas y subidas. Casi siempre sabremos de su presencia por el canto, suena como una especie de relincho que se escucha en las riberas y bosques. Es un voraz consumidor de hormigas y otros invertebrados utilizando su larga lengua, que introduce en las grietas de la madera, quedando los insectos pegados a ella. Se distribuye ampliamente por toda la península y no se encuentra en las islas. En Europa está bien repartido aunque ausente en los países del norte. Ocupa una gran variedad de hábitats aunque prefiere los bosques caducifolios no muy densos; si son bosques espesos se le encontrará más fácilmente en los márgenes; también tiene querencia por los de ribera. Últimamente prolifera en parques y jardines donde resulta más fácil observarle que en el monte. De carácter asustadizo y cauteloso, cuando se siente sorprendido se queda inmóvil o se desplaza al árbol más cercano y «se pega» en su tronco, girándose para ocultarse del peligro. La mayoría de los pícidos tienen la capacidad de poder subir por el tronco de los árboles sin resbalarse; esto es debido a que tienen uñas muy fuertes y sobre todo, a que su cola tiene plumas cortas y muy duras, como espinas, sirviéndoles para apoyarse en posición vertical.
A principios de primavera, el macho comenzará a realizar un agujero en algún árbol en el que la madera esté blanda; puede ayudarle la hembra aunque habitualmente ella no se interesa por su consorte hasta que él ha fabricado un buen agujero para criar. Esta oquedad puede estar terminada en unos 20-25 días. Posteriormente copularán en el interior, en la base del tronco, donde pueden tapizar el suelo ligeramente. El periodo de incubación, en el que se alternan ambos sexos ocupará 17-19 días, al cabo de los cuales nacerán los pollos que reclamarán alimento incesantemente a ambos progenitores durante cerca de un mes. Tras este espacio de tiempo, dejarán su refugio y se emanciparán. En cuanto a su conservación, hay que comentar que su principal amenaza es la alteración de sus hábitats debido sobre todo a la intensificación agraria. Asímismo el uso de insecticidas, sobre todo para las hormigas, resulta especialmente dañino. Se encuentra catalogado como «De interés especial» Si tenéis la suerte de localizar un pito real, permaneced quietos y en silencio y podréis disfrutar de una de las aves con un comportamiento más curioso.
Miguel Ángel Granado (Coordinador SEO-Sierra Norte)
Contacto: seo-sierranortedemadrid@seo.org FACEBOOK: SEO-Sierra Norte. Madrid