Rafael Álvarez El Gallo, el deportado Memorias (republicanas) de la Sierra Norte

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Fernando Hernández Holgado

Rafael Álvarez Fernández, más conocido como El Gallo, era el tercer componente de aquel grupo de jóvenes inquietos, en lo cultural y en lo político, que había brotado Buitrago del Lozoya al calor de la Segunda República: el llamado «Círculo Cultural» en la actual calle Tahona, antigua del Progreso. Se trataba de un local que servía de salón de baile y sede de un grupo de teatro aficionado compuesto por el propio Rafael, Victorina Rodrigo y Eugenio Arias, este algo mayor que los primeros. Nacido en 1915, Rafael era hijo del que por aquel entonces era secretario municipal, José Álvarez Ayala. Su prematura muerte obligó a Rafael a abandonar la escuela y a trabajar en la ganadería con trece años.
De las inquietudes culturales del Gallo habló siempre su amor a por la poesía: en el Museo Picasso de Buitrago se puede consultar uno de los preciosos cuadernillos Arias editados hace unos años y dedicado a su persona, con algunas de sus obras reproducidas: un soneto dedicado a Eugenio Arias, dos poemas a las hermanas Rodrigo, a la familia Alonso y demás amistades del pueblo. Es un buen testimonio dedicado a rescatar la memoria de aquella generación de jóvenes cuyas trayectorias se vieron truncadas por la guerra, la victoria franquista o el exilio, pero que a pesar de las dificultades –y de la distancia- mantuvieron viva su amistad.
Su sobrenombre respondía a su afición a las corridas y novilladas así como a la admiración que sentía por un tocayo suyo: Rafael Gómez Ortega, gran torero de estilo clásico de las primeras décadas del siglo XX. Al igual que Eugenio, y que el hermano mayor de Victorina, Félix, se presentó voluntario para detener al bando rebelde a la República en el frente de Somosierra en julio de 1936. También como Eugenio, ingresó en el Quinto Regimiento solo que en una división diferente, bajo el mando de Valentín González, El Campesino, y fue ascendido a teniente. Brunete, el frente de Teruel, la sierra de Pándols -en la batalla del Ebro- fueron algunos de los escenarios donde combatió. Tras escapar a Francia con la caída del frente de Cataluña, fue asimismo encerrado en uno de los campos de triste memoria del Mediodía francés y, a su salida, se alistó en la Resistencia francesa contra el ejército alemán que acababa de ocupar Francia. Hasta aquí, una trayectoria casi gemela a la Eugenio: solo que Rafael corrió aún peor suerte: capturado por los alemanes, llegó a conocer los campos de concentración nazis en territorio austríaco: primero Vöcklaburg y después Ternberg-Mathausen.
Un buitragueño que pasó por Mathausen… y sobrevivió para contarlo. Que el dato nos pueda sorprender se debe precisamente al manto de silencio que durante décadas cayó sobre el universo de exilados republicanos y, más particularmente, sobre los más de nueve mil españoles que fueron a parar a los campos nazis. Considerados como apátridas por el ministro franquista Serrano Súñer, las autoridades alemanas los calificaron de «combatientes rojos españoles» –Rotspanienkampfer- esto es, prisioneros políticos cuyo último destino, tras su aprovechamiento como mano de obra hasta el agotamiento, era la aniquilación. Concretamente a Mathausen fueron a parar cerca de ocho mil españoles y españolas, de los cuales sobrevivieron poco más de dos mil doscientos. Mucho se sabe a estas alturas sobre Mathausen y su famosa Escalera de la Muerte, pero no tanto de los rojos españoles, los marcados con el triángulo azul y la «S» de Spanien. Solo en la última década se han abordado a fondo investigaciones y divulgado de manera digna lo sucedido con aquellos deportados. Gracias a la lista elaborada durante años por los historiadores Benito Bermejo y Sandra Checa –historiadores, por cierto, no vinculados a ninguna universidad- podemos consultar hoy su Libro Memorial sobre los Españoles Deportados en los Campos Nazis de 2006, alojado en una web oficial del ministerio de Cultura, en el portal www.pares.mcu.es. Era la primera vez que, en versión impresa y digital, se publicaban los nombres y datos de afiliación de aquellos «rojos españoles».
Entrando en el buscador de la página, por lugares de procedencia, nos encontramos con más deportados de la Sierra Norte madrileña: la mayoría asesinados en el campo nazi: uno de Horcajo, otro de Cabanillas de la Sierra, otro de Cervera, otro de Puentes Viejas-Cinco Villas, otro de Villavieja… Por cierto que sus nombres bien podrían ser recuperados por los respectivos callejeros municipales, sustituyendo a los Generalísimos y otros generales franquistas cuyos nombres se pueden leer todavía en tantas placas de poblaciones serranas.
Como familiar, amigo o conocido de las personas mencionadas en esta sección, ayúdanos a reconstruir sus historias con cualquier información que puedas facilitarnos sobre ellas. Escribe a:

memoriasrepublicanasdelasierra@gmail.com

Fotografía enviada por Félix Rodrigo desde París, 1948, en la que aparece junto a sus amigos de Buitrago, exilados. De izquierda a derecha, Rafael, Félix y Eugenio Arias. Sentado, Pablo «El Sota». Cortesía de Lalo Alonso y Víctor Rodrigo.

 

 

 

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