José de Villamisar.
Desde PEÑALABRA
Aforado, es una persona que por ejercer un cargo público, o por su profesión, tiene el derecho, en caso de ser imputado por un delito, de ser juzgado por un tribunal distinto al que se juzgaría a un ciudadano normal.
El aforamiento implica alterar las reglas de competencia judicial penal, o sea, la ley y la justicia funciona con todos por igual, salvo que estés aforado. Cualquier proceso penal en curso, si aparece un aforado, el juez que está llevando el asunto, deberá darle traslado al Alto Tribunal para que éste se haga cargo del proceso.
La razón aducida para el aforamiento, es la de evitar las presiones políticas a las que puede verse sometido un juzgado ordinario cuando juzga a un cargo político o personalidad de mucha importancia.
El origen del aforamiento no aparece claro a lo largo de la historia. En los orígenes del Estado Liberal, en un momento de transición de los estados monárquicos absolutos a estados o monarquías constitucionales. Se quería evitar la intromisión del poder legislativo al judicial, y con una medida de estas características se pretendía proteger la actuación y expresión de los políticos en las cámaras. También se dice que el aforamiento, en un principio era, para que los políticos, no pudiesen ser detenidos y por ello llegasen tarde a las votaciones en la Cámara. Esto parece que no suena mal, pero la ciudadanía tiene la impresión de que el Tribunal Supremo no es del todo imparcial a la hora de juzgar a altos mandatarios, aunque el Alto Tribunal es, como todos independiente, siempre queda la sospecha, por la forma de que son nombrados sus miembros a saber: Todos los componentes del Tribunal Supremo son Magistrados nombrados a dedo por el Consejo General del Poder Judicial, pero éste Consejo sí que es un órgano netamente político, de los veinte miembros que lo forman, diez son propuestos por el Congreso de los diputados y los otros diez por el Senado.
Como se ve, el Tribunal que va a juzgar a los políticos, está compuesto por jueces que indirectamente nombraron ellos mismos.
Hay muchos ejemplos que los ciudadanos entienden de clemencia del Tribunal Supremo con los políticos. Uno de los que más llamó la atención en su día fue la no imputación de Felipe González por el caso de los GAL, cuando encarcelaron a Vera y Barrionuevo, o lo benévolo del Tribunal al archivar la causa contra Blanco, por el caso Campeón, ect. ect,.
Otro caso que nos puede ilustrar lo que es el aforamiento, lo encontramos en el reciente caso del ex-ministro y eurodiputado socialista Juan Fernando López Aguilar. Este Sr., fue denunciado por malos tratos a su mujer. Pues bien, si se llamase Juan Español, automáticamente sería esposado por la guardia civil,y conducido a los calabozos, hasta que el juez correspondiente decidiese, pero al estar aforado, no se le puede detener y el juzgado que recibió la denuncia tampoco puede actuar, tiene que trasladar el expediente al Tribunal Supremo, que como decía anteriormente es el Competente para éste caso de aforamiento.
Mientras actúa o no el Alto Tribunal, las «feministas y defensoras» de las mujeres en el Partido Socialista, se lanzaron en tromba en defensa de su compañero. Mi admirada Beatriz Talegón, miembro del Comité Federal del PSOE, expresó todo su apoyo al eurodiputado y dijo que, le dolía ver como algunos piensan que todo vale para cargarse a un «genio». Beatriz, si en éste caso no quieres defender a la «mujer», al menos no te pronuncies, porque al «genio», no lo cargó nadie, se cargó él a SI mismo.
Mientras tanto el Sr. López Aguilar, abusando de su Poder, se ha paseado por los medios de comunicación vilipendiando a su ex-mujer y dando por indiscutible la palabra de él en contra de la de ella. A Juan Español no le hubiesen dado tantas oportunidades.
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