Fernando Hernández Holgado
Los tres hermanos Alonso: Aniceto, Santiago, Francisco y Máximo. Rafael Álvarez, El Gallo. Eugenio Arias. Anastasio Pozas. Victorina Rodrigo.
Estos son los nombres de las personas homenajeadas el pasado 13 de diciembre en un acto público en la Escuela de Música de Buitrago: todos ellos nacidos o criados en esta localidad. Todos fallecidos ya, menos Victorina. Todos eran jóvenes cuando la República llegó a Buitrago (o Buitrago llegó a la República) y, de alguna manera, dieron su vida o lo mejor de su vida, por ella. La guerra civil supuso su muerte temprana, caso de Aniceto, en 1936, o su exilio en América, como les ocurrió a sus hermanos.
El Gallo también sufrió exilio, y deportación en el campo nazi de Mauthausen. Terminó sus días en Francia, al igual que su gran amigo Eugenio Arias, el más conocido de todos, El barbero de Picasso. Anastasio Pozas sufrió la represión franquista: fue fusilado en la tapia del cementerio de Torrelaguna en 1939, una vez acabada la guerra. Mucho arriesgó y mucho dio Victorina como enfermera del hospital de sangre de Buitrago, cuando los combates de la Peña del Alemán de 1936. Ella representa de alguna forma toda una generación de mujeres que floreció en la etapa republicana y cuyo recuerdo se echa demasiado en falta en las historias y crónicas de la guerra, tan aficionadas a la épica masculina.
A partir de este número de Senda Norte comenzamos una serie dedicada a estos buitragueños. No serán tanto biografías completas como esbozos de vida que nos iluminarán, cada uno, una época o un acontecimiento más o menos olvidado en la memoria local (en la institucional, al menos) de Buitrago de Lozoya y demás poblaciones de la Sierra Norte. Porque poco es lo que sabemos sus actuales habitantes del fusilamiento de dieciocho vecinos de Buitrago, Cervera, Lozoya y Torrelaguna en las tapias de este último cementerio en el verano de 1939, y de su enterramiento en una fosa común, que solo muy recientemente y por algunas asociaciones cívicas, se está queriendo homenajear con muchas dificultades por parte de la Administración. Porque mucho se sabe del comienzo y desarrollo de la guerra civil en Madrid capital, pero muy poco de la participación de los vecinos de Buitrago -como los hermanos Alonso o los Rodrigo- en los primeros y decisivos combates de Somosierra en el verano de 1936, cuando los soldados aún no habían llegado. Porque poco se sabe también de los serranos que tras su paso en 1939 por los campos de concentración de Francia -Barcarès, Argelès- acabaron en el campo nazi de Mauthasen, junto con otros 7.500 españoles republicanos. Y porque menos se sabe aún de aquel Buitrago republicano de antes de la guerra, cuando jóvenes como Eugenio, Rafael o Victorina formaban improvisadas bibliotecas y círculos culturales de alfabetización o de teatro popular en una nave vacía de la calle Tahona, detrás del actual ayuntamiento.
En los años setenta, cuando seguía residiendo residía en Vallauris, en Francia, Eugenio Arias fue a tomarse un café en la antigua Casa Justo, calle Real esquina a la plaza. Según su testimonio -recogido por Monika Czernin y Melisa Müller en su libro El barbero de Picasso. Historia de una amistad (Siglo XXI, 2002)- el dueño le dijo, cuando iba a pagar: «Eugenio, tú no tienes que pagarme tu café mientras vivamos. Después de todo, tú enseñaste a leer y a escribir a mi padre». Habían pasado cuarenta años. Había pasado la guerra y la larga posguerra. Sobre la República había caído un telón de oprobio del que todavía tardaría muchos años en rehacerse. Poco se habría imaginado Eugenio que en su pueblo natal, la familia de Casa Justo lo recordaría por aquella labor generosa y desinteresada. Un minúsculo destello republicano en la memoria de un pueblo, como los que queremos rescatar en estas páginas.
Como familiar, amigo o conocido de todas estas personas, ayúdanos a reconstruir sus historias con cualquier información que puedas facilitarnos sobre ellas. Escribe a:
memoriasrepublicanasdelasierra@gmail.com
Foto: Antigua Casa Justo de Buitrago, al comienzo de la guerra. Incautada por el Socorro Rojo Internacional y el Comité Thaelmann de las Brigadas Internacionales. Diario Ahora (23-9-1936). Extraída del libro Senderos de guerra, de Jacinto M. Arévalo (La Librería, 2008).
Sé el primero en comentar sobre "Memorias (republicanas) de la Sierra Norte"