Con este título nos presentó Ana su segundo poemario publicado, un libro que nos deja con ganas de más, de dibujar caminos en la palabras y en las emociones para ver que vista nos ofrece la siguiente colina. Esta entrevista pretende ser, también, un dibujo de las pasiones de esta madrileña de 45 años afincada en la Sierra desde hace más de quince.
Ahora vive en Aoslos, aunque la aventura serrana comenzó siendo un proyecto comunitario en Berzosa. No se siente especialmente militante de nada, aunque si participa de muchísimos de los proyectos sociales y culturales serranos. » En la Sierra existen las cosas que seamos capaces de generar»
Trabajas en APAFAM ¿En qué?
Empecé a trabajar hace 6 años, he ido apoyando diferentes proyectos dentro de la asociación y el centro ocupacional.
Ahora trabajo en uno de integración laboral, que es una forma de atender a las personas que se quedan sin recursos, un poco descolgadas. En Apafam tenemos muchas ideas y poco dinero. El mayor reto al que nos enfrentamos ahora es poner en marcha el proyecto de viviendas tuteladas.
Este es tu segundo libro. ¿Cómo empezaste a publicar?
El primero lo publiqué en 2011. Llevaba escrito mucho tiempo pero me daba un poco de pudor. Escribo poesía muy personal, bastante autobiográfica y con contenido erótico. El primer libro se publicó gracias a un concurso de poesía en el Corral de Comedias de San Andrés, Rascafría. Y fue gracioso porque la gente que me conocía no sabía que escribiese y les gustó mucho. Eso me ha animado a publicar el segundo.
No deja de ser desnudarse por dentro…
Si por eso tarde 10 años en publicar el primero. No soy especialmente pudorosa pero mostrar la poesía me costó mucho. Hablo de mi vida, de con quién y cómo me relaciono. Es también una herramienta para visibilizar otras formas de amar diferentes a las que consideramos normales. El primer libro habla sobre amor lesbiano, el segundo no. Me apetece mostrar que existen otras formas diferentes de relacionarse a la heterosexualidad normativa. El abanico es inmenso, las identidades cambian a lo largo de la vida y no quiero definirme por mi forma de relacionarme, mi identidad va mucho más allá del sexo o del género.
El segundo libro está escrito en complicidad, es algo mutuo, un proyecto compartido, contando historias de los dos, bonitas, de aprendizaje, de sensibilidad, del goce de los cuerpos… para romper mitos, para descubrir nuevas formas.
La música está también muy presente en tu vida…
Me apasiona, me encanta. Aprendí a tocar la guitarra en el parque porque en mi barrio no había otra cosa, ni escuelas ni nada… Así que con mi primer sueldo me compré una flauta y me puse a estudiar.
Le dedico muchísimo tiempo, mucho más que a escribir. Y aunque tengo la sensación de que siempre seré una música mediocre, es algo que me llena, que me apasiona… Ahora estoy como loca con la dulzaina, en el proyecto de la Escuela Entresierras. Después de tocar la dulzaina, cualquier instrumento te parece dulce. Pero te atrapa por lo que significa: alegría, calle, pueblo, vecinos… No hay un tema triste de dulzaina. Es otra dimensión, un descubrimiento. Como la gaita serrana, un instrumento ancestral, con sonidos primitivos, que tienes que construirte tu misma. Eres participe del sonido desde el principio…
Cuéntanos qué es el Bicifolk
Siempre me ha gustado viajar en bici, de una forma tranquila, sin pretensiones ni metas. Ofrece libertad y posibilidad de disfrutar de paisajes y paisanajes. Muy cerca de nosotros existen mundos por descubrir pedaleando, no hace falta marcharse lejos.
El bicifolk es una forma de unir dos pasiones: la bici y la música. Nos planteamos hacer viajes por los pueblos y llevarnos los instrumentos tradicionales, fáciles de transportar. Viajar y tocar donde nos apetezca, en lo alto de una loma, en la fuente del pueblo o en el cañón de un río. Ya hemos hecho cuatro salidas y la idea es continuar. Son convocatorias abiertas, la gente las disfruta mucho así que seguiremos haciéndolas.
¿Te sientes implicada en la transformación social?
Para mi la lucha social empieza por uno mismo, por el entorno cercano, aprovechando lo que hay en la Sierra, lo que nos une a quiénes han nacido aquí y a quienes hemos decidido quedarnos aquí a vivir. Desarrollar lo local, económicamente, pero también a nivel social y cultural. Dinamizar espacios, fomentar la participación en los pueblos y en la zona. Que nos sintamos partícipes de lo que tenemos. Que seamos capaces de crear, generar, para atender a nuestras necesidades.
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