desde PEÑALABRA
José de Villamisar
Uno de estos días pasados bajé a Madrid para hacer unas gestiones privadas. Nada más apearme del autobús en la Plaza de Castilla, vi que un señor caminaba hacia mí hablando en voz alta y gesticulando con los brazos, creí que era un conocido que venía a saludarme, empecé a darle vueltas al «coco» para ver si lo situaba en alguna etapa de mi vida, amigos de la infancia, de la mili, de las ciudades en las que había vivido…, pero no lograba asociarlo con nadie, así que decidí prepararme para abrazarle y preguntarle por la familia, la salud, etc. El, seguía caminando hacia mí con determinación y exclamaciones que yo no oía, y cual sería mi sorpresa que, cuando me preparé para abrazarlo pasó por mi lado sin mirarme, pero me di cuenta por el cableado que llevaba por debajo de la chaqueta que iba hablando por teléfono.
Siguiendo mi camino y observando me di cuenta que Madrid está lleno de gentes que hablan solos, con mirada perdida, enchufados permanentemente a internet, sin mirar a los coches, ni a los peatones, emplean la mayor parte del día viviendo en un mundo irreal, que les aparta de sus amigos, de su familia y de toda la sociedad.
Pero lo peor es que éste comportamiento se está generalizando también en las capas jóvenes e infantiles de nuestra sociedad, vi como a la salida de un colegio, los niños ya no salen corriendo con un balón en la mano, invadiendo desordenadamente los jardines o metiéndose en los charcos …, lo primero que hacen, no es coger el «Donuts», sino el móvil, para imitar a los mayores. Estamos abocados a una sociedad virtual que nos embulle poco a poco, pero sin pausa. ¡Maldito móvil!
También me enteré en la Capital que, el Congreso de los Diputados había aprobado una Ley llamada de Transparencia, ésta Ley, al parecer, nace con tres objetivos importantes, 1) Garantizar el derecho de los ciudadanos a acceder a la información, 2) Obligar a las distintas administraciones a ser transparentes y 3) fiscalizar la actividad pública.
El punto fuerte de ésta Ley es, sin duda, la obligación que tienen las administraciones de publicar toda la información sobre proyectos normativos, presupuestos y su ejecución, contratos, convenios, subvenciones, cuentas públicas, retribuciones e indemnizaciones de altos cargos, etc, etc.
Echando un vistazo al portal de transparencia, podemos observar que el Sr. que le lleva la maleta y le recoge el abrigo al Presidente del Gobierno, cobra 35.000 euros más que el propio Presidente, que el Secretario de Estado de cualquier ministerio cobra bastante más que su Ministro.
En la situación que vivimos actualmente en España, con miles de personas en situación precaria, con largas colas de paro, con muchos hogares con necesidades alimentarias, con niños haciendo una sola comida al día, ciudadanos que duermen en la calle y otros que son desahuciados por no poder pagar la hipoteca con todo ello y mucho más, nos enzarzamos en la discusión de si los políticos cobran poco o mucho por realizar su trabajo.
La mayoría de ellos tienen unas nóminas muy superiores a las que tenían antes de ser políticos y muchos carecían de ella por incompetentes.
El trabajo público debe pagarse en proporción al esto de la ciudadanía, y el Presidente del Gobierno debe de ser el que más gana y de ahí hacia abajo por escalas los demás cargos públicos, y es injusto que los que están al frente de algunos organismos sean los mejor remunerados y al mismo tiempo tengan contratos blindados.
Muchos no está, conformes con lo que ganan, pero, como decía anteriormente, ¿cuánto ganaban en su vida civil?, que yo sepa, pueden marcharse cuando quieran y en muchos casos la sociedad le quedaría muy agradecida.
¡¡¡Feliz Año a todos, menos a los corruptos!!
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