Desde PEÑALABRA
Por Jose de Villamisar
Adolfo Suárez ha muerto. Hace ya bastante tiempo que ya no estaba, las nuevas generaciones ni se acuerdan de él. Adolfo Suárez González, procedía de las antiguas filas falangistas de Franco. Fue nombrado Presidente del Gobierno, a instancias del Rey, causando muchas sorpresas a uno y a otro lado del espectro ideológico.
En estos tiempos tan revueltos, en los que España está llena de sinvergüenzas y granujas, tenemos que decirles a los jóvenes que, Adolfo Suárez fue el estandarte de una complicadísima transición, como todo ser humano tuvo errores, que quedan compensados con creces con los aciertos que nos han permitido vivir el período democrático más largo de nuestra historia, Fue el que nos sacó de la Dictadura y nos enfiló por la senda de la Democracia, fue él quien nos abrió las puertas de las libertades, fue, sin duda, el mejor político español de nuestra era moderna. Antepuso siempre los intereses colectivos a los propios, cosa que hoy está pasado de moda.
Parecía, en aquellos tiempos una persona audaz, y lo confirmó a lo largo del tiempo. Hizo un cambio constituyente, una transición de una dictadura a una democracia de un modo pacífico, sin violencias, con la ley para la reforma política abrió la puerta a los partidos políticos, introdujo por primera vez en el ordenamiento jurídico español la primacía de los derechos fundamentales de la persona.
Fue un hombre que no imponía, dialogaba hasta la extenuación, y pedía que entre todos se hiciese posible devolver la confianza al pueblo, para que se sintiera capaz de gobernarse a sí mismo, dar la palabra al pueblo, quería que se superase la versión de las dos Españas, la de los vencedores y vencidos, tenía una gran pasión por España, rechazaba el autoritarismo y amaba la libertad.
Hay dos hechos, a mi entender, que fueron los más difíciles en la vida política de Adolfo Suárez: la legalización del Partido Comunista y el intento de Golpe de Estado de Tejero.
La legalización del Partido Comunista de España, se produjo el día 9 de abril de 1977, día de Sábado Santo, se inscribía en el Registro de Asociaciones Políticas del Ministerio de la Gobernación. Este hecho, cogió de sorpresa a toda la sociedad, e irritó enormemente a los militares, hasta el punto de que el entonces Ministro de Marina, Pita da Veiga dimitió y Suárez no encontraba un Almirante que aceptase su sustitución, tubo que recurrir a un Marino jubilado, el Almirante Pascual Pery Junquera, que lamentaba muchísimo la legalización, pero creía que el hecho era inevitable.
El día 29 de enero de 1981, Suárez anunciaba al país, su dimisión irrevocable como Presidente del Gobierno, y expresaba ante las cámaras, que se iba porque, su deseo de que el sistema democrático de convivencia no fuera una vez más un paréntesis en la historia de España. ¿Sabía Suárez la preparación del Golpe?, ¿la intuía?. Nunca quiso escribir sus memorias, se comenta que le dejó a su hijo «muchos papeles». Sería de agradecer que saliesen a la luz, para esclarecer muchas cosas bastante oscuras.
Suárez, supo granjearse la amistad de muchos adversarios políticos muy diferentes a él, y convencía de sus proyectos a la gran mayoría de los españoles, pero lo que le resultó imposible fue granjearse la amistad de una gran parte del Estamento Militar, la mayoría de ellos lo consideraba un traidor. Después sucedió lo del 23 F, por todos conocido, aunque no esclarecido.
Adolfo Suárez empujó la carreta democrática hasta donde pudo, consolidó el proceso tanto como le fue posible, traicionado por los miembros de su propio partido, dejó el testigo, por un lado al Partido Socialista, liderado por Felipe González, y por otro a un emergente y recuperado Manuel Fraga. Suárez había terminado su ciclo, pero su lección conciliadora sigue viva y sería muy deseable que los políticos actuales aprendieran de ella. ¡DESCANSE EN PAZ DON ADOLFO SUAREZ!
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