No es de la Sierra, pero se siente en casa en muchos de nuestros pueblos. A sus treinta y cinco años, esta vallisoletana de Laguna de Duero, se los ha recorrido en numerosas ocasiones a ritmo de pandero y pandereta cantando canciones tradicionales y mostrando lo que sabe en cursos de formación. Verla en directo es un gusto, por el chorro de voz y porque nos muestra y descubre instrumentos tradicionales y les saca sonidos a los cacharros de la cocina.
Su primer concierto fue con cuatro años y desde entonces no ha parado. Inquieta e incansable tiene ya cuatro discos en solitario, colaboraciones en otros ocho trabajos y tres más con los grupos Almacántaro y Hexazorde. Ahora se encuentra inmersa en un nuevo proyecto: el trío Zaraval con quien espera sacar disco esta primavera.
¿ Por qué música tradicional?
Porque es lo que oía desde que nací. Mis padres estaban muy involucrados en un grupo de danza al que me llevaban de pequeña. Estaba todo el rato rodeada de música tradicional, de bailes. Desde pequeña se dieron cuenta que tenía buena voz, buena memoria y buen oído, así que enseguida me pusieron a cantar… Así que mis primeros pasos se los debo al grupo de Coros y Danzas de Arienza.
Conciertos y cursos de formación, ¿Qué te aportan?
Soy carne de escenario. Me encantan y disfruto de las actuaciones. La formación es más cansada, pero también me gusta mucho. Estudié Historia y la docencia me tira… Creo además que tengo capacidad para enseñar, que transmito de forma sencilla.
En ambos casos, me siento un nexo de unión, una transmisora de los conocimientos y saberes de nuestra gente mayor, especialmente para los más jóvenes que no han tenido la suerte de conocerlos.
Eso me aporta mucha felicidad.
¿Qué opinas de la gente que dice que las tradiciones se van muriendo?
En parte tienen razón. La gente mayor, los que han vivido ese tiempo se están muriendo. Es verdad que cada vez quedan menos informantes, personas vivas que nos puedan contar las cosas y vemos cómo van desapareciendo. Pero por otra parte, cada vez veo más gente joven que se preocupa de sus raíces, de saber por qué fueron las cosas, de recoger la cultura. Y eso me gusta.
¿Hasta que punto han sido importante para ti los mayores?
Su papel en mi carrera ha sido esencial. Todo lo que se me lo han enseñado ellos. Hay dos personas a las que guardo especial cariño, Argimiro Crespo de Codesal de la Carvalleda y Juana Nieto de la zarza en Valladolid.
También otros músicos e investigadores, como Carlos Porro, que me enseñó a tocar la pandereta. Muchas de las canciones o de las formas de tocar, vienen del trabajo de campo. Otras de los archivos musicales. Hay cientos de canciones que están allí, esperando que las rescatemos para salir de nuevo a la luz.
¿Cualquier tiempo pasado fue mejor o tenemos una idea demasiado idealizada?
Tenemos una idea romántica, mezclada con la añoranza de juventud de quiénes nos cuentan la historia. Pero también nos cuentan que la vida era muy dura, que se trabajaba muchísimo. Sin embargo, cantaban y bailaban todo el rato, quizás porque era su vía de escape.
Pero no todo era bueno. Por ejemplo, el papel de la mujer… La mayoría de las coplas que se casaban antes eran muy machistas. Algunas, ni se pueden cantar, porque dan hasta vergüenza.
¿ Modificas alguna de esas letras?
Soy muy respetuosa y no me gusta cambiar las letras. Creo que la historia está ahí para aprender de ella, que no sirve de nada cambiar lo que pasó, sino que tenemos que ir enmendando ahora nuestros errores. Solo lo he hecho una vez. En el último disco de Hexacorde, hemos cambiado un verso de un corrido maragato, porque el original era una salvajada, pero la canción nos gustaba muchísimo…
Con Hexacorde si que estás haciendo fusión de ritmos…
Si, a mi me gustan mucho los temas tradicionales puros. Pero también me siento muy a gusto con una banda grande, en la que entran otros instrumentos de viento y otras músicas como el jazz. Respetamos la tradición, pero intentamos enriquecerla.
¿Tienes en la cabeza nuevos proyectos?
Desde hace unos meses tenemos una formación nueva, se llama Zaraval Trio. Conmigo están Diego Escolano, especialista en música antigua, que toca cuerdas y vientos y Jonás Gimeno, que es profesor de percusión. Los dos son de Zaragoza. Nos juntamos para tocar en Alemania, de una forma experimental y ha surgido este proyecto porque conectamos muchísimo. Para primavera esperamos poder tener grabado el disco.
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