José de Villamisar.
Desde PEÑALABRA
No solo el sistema parlamentario está en crisis, sino también el sistema político, los sindicatos, y hasta la Jefatura del Estado.
El parlamento español no tiene autonomía, o la tiene muy escasa. Los diputados les deben más a quienes les colocan en las listas, que a quien les vota. Un destacado político español aconseja:»háganse amigos de quienes hacen las listas, no de quien les vota». Con esto su fidelidad se deberá a quienes le ha puesto ahí, y por eso hay gente que, aunque no valiendo, llega a ser diputado. Es por ello que la crisis del parlamentarismo español viene del modo en que se eligen los diputados .
Tenemos una ley electoral que no permite, al diputado, ser autónomo, respecto a su propio partido. El diputado no puede defender los intereses de los ciudadanos que le votaron, porque hay momentos en que esos intereses chocan frontalmente con los intereses del partido que le colocó en las listas. Por todo ello, urge cambiar la ley electoral por otra que devuelva el verdadero poder al pueblo, y ello, ¿Como se hace?, ¿con listas abiertas?. Si echamos un vistazo a los países de nuestro alrededor vemos que, en Alemania, la mitad de los diputados se eligen por oto directo y la otra mitad por proporcionalidad. En Francia, los diputados se eligen hasta en dos rondas de votación, son elegidos por una circunscripción electoral, pero representan a toda la nación. En Inglaterra se eligen los diputados por distritos.
-Los partidos políticos también están en crisis,los ciudadanos ya no solo ponen en duda a los políticos, sino a todas las instituciones, a todo el sistema democrático. Los ciudadanos ya no creen programas ni promesas. Tanto Zapatero antes, como Rajoy ahora, han defraudado a sus votantes, que han llegado a la conclusión de que todos son iguales. Como decía anteriormente, la crisis de los políticos está afectando a todas las instituciones, porque todo se ha politizado, hasta la justicia y la universidad la tienen politizada, y da la sensación de que todo lo que tocan se derrumba, ejemplo de ello lo tenemos en las antiguas cajas de ahorro.
La ciudadanía está cansada de los políticos, y no entiende que la democracia consista en votar cada cuatro años y el resto del tiempo que hagan lo que quieran, convirtiéndose así en un despotismo ilustrado, «todo para el pueblo, pero sin el pueblo». Hay mucha gente que no se siente representada, quieren profesionales en la política y no políticos profesionales.
-Los sindicatos, tampoco se escapan de la crisis, de ser unos sindicatos reivindicativos y defensores de la clase trabajadora, han pasado a ser unos meros gestores en su amplio sentido de la palabra, metiéndose en competencias que no les corresponden y que pertenecen a otras instituciones, pero que sí les reportan pingues beneficios económicos y sociales, tampoco son ajenos, igual que los políticos, de protagonizar grandes casos de corrupción, hasta tal punto que se creen «inmaculados», y no soportan que la justicia trate de investigarlos. La institucionalización de los grandes sindicatos les ha alejado de la realidad de los trabajadores, lo que puede explicar el moderado seguimiento de las últimas huelgas convocadas y la pérdida de trescientos mil afiliados.
-La Jefatura del Estado, no podemos olvidarnos de lo que, D. Juan Carlos ha hecho por España, empezando por la renuncia voluntaria del Poder Absoluto que había heredado, hasta los múltiples hechos acaecidos a lo largo de nuestra corta historia democrática. Pero los acontecimientos de los últimos tiempos, hacen tambalear la monarquía hasta el punto de que algunos grupos políticos cuestionen su legitimidad. La familia real explosiona, por primera vez en la historia de España el Príncipe de Asturias, heredero de la corona, se casa con una divorciada, eludiendo así la Pragmática Sanción de Carlos III. Se dice que el matrimonio de los Reyes es un puro formalismo y que incluso viven separados, se rompió el matrimonio de la infanta Elena, la infanta Cristina está atravesando un momento muy delicado para ella y para la Corona. El Rey no está en condiciones ni políticas ni físicas para seguir en la Jefatura del Estado, y tendrá que abdicar pronto, porque la resolución del caso Urdangarín será como un cañonazo en la línea de flotación de la Corona y atomizará aún más a la Familia Real y por consiguiente a la Jefatura del Estado.
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