El viceconsejero de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, Enrique Ruiz Escudero, realizó en la Laguna Chica de Peñalara, situada en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, la primera suelta del año 2013 de los 250 ejemplares de sapo partero que han sido criados en cautividad en el Centro de Cría de Anfibios Amenazados de la Sierra del Guadarrama. Jaime Bosch, científico experto en comportamiento y conservación de anfibios, CISC fue el guía de la visita.
La Comunidad mantiene desde 2008 un programa de cría en cautividad y reintroducción de esta especie que se encuentra al borde de la extinción en la Sierra de Guadarrama, y que ha conseguido reforzar las escasas poblaciones supervivientes e, incluso, establecer dos nuevos núcleos de cría en la zona de Peñalara. {phocagallery view=category|categoryid=301|limitstart=0|limitcount=0}
Este programa de reintroducción de una especie afectada por el hongo patógeno causante de la quitridiomicosis constituye una experiencia pionera en el mundo, en la que participan los mejores especialistas de varias instituciones científicas como el CSIC, el Imperial College y la Zoological Society de Londres, o las universidades de Zurich en Suiza, o del estado de Colorado y Texas en Estados Unidos.
Además, la Comunidad de Madrid realiza, desde hace 15 años, un seguimiento de las 10 especies de anfibios que habitan en el Macizo de Peñalara, siete de ellas incluidas en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. Todos ellos tienen como uno de sus mayores enemigos una enfermedad provocada por un hongo patógeno introducido, la quitridiomicosis, que ha provocado la desaparición de cientos de especies y poblaciones en todo el mundo.
En 1998 se creo el Centro de Cría de Anfibios Amenazados de la Sierra de Guadarrama, que busca recuperar la población anfibia de Peñalara e investigar sobre la prevención y el tratamiento de la enfermedad y que se ha convertido en un centro de referencia internacional para el estudio de esta enfermedad. Las distintas investigaciones se realizan en colaboración con el Durrell Wildlife Conservation Trust y diversas instituciones europeas y norteamericanas. El centro cuenta con programas de cría en cautividad de sapo partero común y rana patilarga.
«El Centro de Cría de Anfibios -declaró el viceconsejero-, contribuye a la recuperación de las poblaciones amenazadas de anfibios, fundamentales para la conservación de la biodiversidad. A su labor hay que sumar los estudios que se realizan en Peñalara para discernir los efectos del cambio climático global sobre los ecosistemas, recogiendo series históricas de datos que permiten prever y anticipar los cambios que se van a producir y tomar las medidas de conservación más adecuadas».
Estudios en el ecosistema de Peñalara
El centro mantiene una colonia de ejemplares de sapos parteros, de los que proceden los que hoy se han liberado; los ejemplares nacidos en cautividad se mantienen allí durante dos años tras completar su metamorfosis, alcanzando un tamaño que garantice su supervivencia. Además, son tratados con fungicidas para dotarlos de mayores defensas cuando entren en contacto con el hongo en el medio natural. El objetivo es llegar a soltar 2.000 ejemplares en los próximos 3 años en distintas localizaciones de Peñalara.
La Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio realiza además un seguimiento de todas las especies de anfibios de Peñalara, con un conteo preciso de larvas y de puestas en las 250 charcas catalogadas de este entorno del Parque Nacional. Además, se está investigando en tratamientos experimentales para paliar los efectos de la quitridiomicosis, tanto mediante tratamientos con calor que frenan el crecimiento del hongo, como con fungicidas que consiguen eliminarlos. Además, se lucha contra otras amenazas de los anfibios, como es la presencia de peces foráneos en los cursos de agua. También se ha recuperado el curso del arroyo de Los
Cotos a su paso por el puerto y se han instalado refugios y un pilón para favorecer la reproducción del sapo partero en Cotos.
En esta línea se realizan muestreos periódicos de la laguna Grande de Peñalara, de otros humedales de la zona y de los ríos y arroyos del alto Lozoya para conocer su estado de conservación. Además de la calidad del agua se pueden conocer las presiones producidas por su uso público – deportivo, recreativo o ganadero- y tomar las medidas adecuadas para gestionarlas, como las ya llevadas a cabo en la Laguna Grande, se han acordonado las zonas críticas, existe vigilancia y, además, se han eliminado las especies no autóctonas.
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