Como va llegando la primavera, podemos aprovechar para podar nuestros árboles, ya que estos se encuentran en parada vegetativa. Desde aquí defendemos el uso de la poda suave que se inspira en el modo de funcionamiento natural de autopoda de los árboles, de tal manera que se suprime la madera muerta antes de que se muera, ya que ayudar al árbol a rejuvenecerse, tiene un efecto muy positivo sobre la frucitificación.
El conocimiento de la anatomía de los árboles, la mejor comprensión de sus mecanismos biológicos, la experiencia y la observación permiten afinar los cortes de manera que den al árbol las mejores garantías de curación.
El árbol no produce tejido específico para proteger la herida. La curación de ésta se efectúa por la formación de un labio cicatrizante, también llamado callo, que se desarrolla del borde hacia el centro. Este callo es consecuencia directa de la actividad del cambium, una delgada capa de células que hay entre la madera y la corteza. También se la llama «Base generadora», ya que por multiplicación y diferenciación celular «fabrica» el árbol.
Dos principios esenciales en la cicatrización:
? El cambium de los tejidos que rodean la herida debe estar vivo para desarrollarse. Un corte con los bordes limpios, si se hace saneando con una navaja, se recubrirá más fácilmente que un corte con los bordes astillados con el cambium en mal estado o parcialmente destruido.
? Cuanto más pequeña sea la dimensión de la herida, más rápido es el recubrimiento, y por tanto, más limitados los riesgos de infección. Se considera que el riesgo de pudrición aumenta considerablemente cuando el corte pasa de 3 cm de diámetro.
Por lo tanto es necesario que al cortar tengamos en cuenta estos dos aspectos:
? Favorecer una cicatrización rápida y total.
? Evitar al máximo la infección, la pudrición interna de los tejidos del árbol.
También hay que tener en cuenta el lugar adecuado para realizar el corte. Este será justo por encima del pliegue de la corteza de la rama, que se encuentra en donde la rama se inserta en el tronco, y sin tocar el cuello de la rama, engrosamiento situado en el lado opuesto al pliegue. El plano de corte se encuentra, por tanto, ligeramente oblicuo con respecto al tronco y su ángulo corresponde aproximadamente al simétrico del ángulo del pliegue de la corteza con respecto al tronco. El objetivo de este corte es favorecer la formación de un callo circular.
Otra precaución importante, es el cuidado de las herramientas, su afilado y desinfección, para no propagar las posibles enfermedades de unos ejemplares a otros.
Para favorecer la fructificación realizaremos aclareos, es decir, limpiaremos las coronas que estén demasiado densas, quitando las ramas mal situadas, con el fin de airear y fomentar la buena iluminación de las hojas y los frutos. También suprimiremos las ramas demasiado viejas, con el objetivo de Rejuvenecer al árbol.

Otro aspecto importante que debemos valorar es el tipo de árbol sobre el que vamos a realizar la poda, ya que ésta será diferente si nos encontramos ante un frutal de pepita o de hueso.
La diferencia radica sobre todo en la formación de estructuras florales estables, es decir, que nos darán fruto en el mismo lugar año tras año de los árboles como el manzano o el peral, frente a la formación de cada año, donde las yemas de flor tienen que ser sustituidas por otras nuevas, de los cerezos y ciruelos. Por lo tanto es de vital importancia conocer qué yemas serán florales y cuales vegetativas para favorecer el desarrollo de los frutos.
A lo largo de estos seis capítulos, hemos pretendido dar unas nociones básicas del manejo de un huerto de frutales, al mismo tiempo que difundimos algunos conocimientos sobre fruticultura en ecológico. También hemos querido «sembrar» inquietudes ante este mundo tan poco conocido como son los árboles frutales.

Fuente:
Manuel de poda suave. Árboles frutales y ornamentales.
A. Pontoppidan. Editado por La Fertilidad de la Tierra