Llegó la tan» ansiada» aprobación del anteproyecto de ley de parque nacional para esta sierra del Guadarrama y algunos de nuestros alcaldes aplauden la decisión como si nos fuera a caer el maná en este «desierto».
En febrero de 2011, en este mismo periódico, se publicó un artículo (Lenta agonía) dónde se advertía de la nefasta situación económica nacional y el declive progresivo que estos pueblos de nuestro valle del Lozoya estaban sufriendo.
Y casi literalmente se añadía: Este valle recortado en su techo de crecimiento por el susodicho parque nacional, lleno de zonas protegidas y con planes generales de ordenación realizados hace más de veinticinco años, sin esperanzas ni ganas de modificarlos, con nulas alternativas al turismo, sin voz ni voto en los organismos de control de la Consejería de Medio Ambiente, con la mayoría de alcaldes dependientes y meros administradores públicos, subordinadas sus decisiones a los respectivos partidos y a las directrices del P.O.R.N y atados de pies y manos a las cadenas de nuestra Comunidad, ¿Qué destino le aguarda?
Y a sus habitantes, obligados a poner los ingredientes y condimentos en el puchero de este cocido, cuyo contenido se van a comer otros, que siguen sin ningún tipo de información por parte de los grupos políticos, que ven mermados sus derechos y, para mayor enojo, leen y escuchan las alegrías que por esta admisión muestran sus dirigentes locales. ¿Qué futuro les espera? ¿Un futuro verde o un verde futuro?.
Con una industria prácticamente inexistente, la construcción parada, el turismo que, por mucho empeño que se ponga, no teniendo más atractivos que vender y parece que no se vislumbran, es el que existe y no da mucho más de sí, y la ganadería, que le queda dos telediarios, que son los que faltan para que se acaben las subvenciones y la generación que la sustenta, el porvenir se ennegrece de manera notoria.
Mientras, también en este valle, se cierran empresas, aumentan los despidos y las cifras de paro; se reducen las contrataciones y bajan los salarios; se estanca el consumo, se paraliza el ahorro, y por contra se aumentan impuestos y se reducen servicios., Empieza la angustia por el presente y el miedo por el futuro.
Con un turismo menos consumidor, más ocasional y que, no nos engañemos, se encuentra rozando su techo potencial ¿Qué alternativas profesionales quedan que no entren en conflicto con la ley de parques nacionales?; ¿La agricultura’, ¿La ganadería?, ¿La apicultura?.
Y ante toda esta situación, dos preguntas:
¿No sería conveniente y obligada una extensa información sobre tipo de actividades permitidas?
¿Esconden algún as en la manga nuestros ayuntamientos y nos van a sorprender?
Se supone, que los cabildos, además de gestionar recursos y organizar fiestas patronales, están para buscar alternativas y salidas a la alarmante situación generada. También esto va incluido en el sueldo de algunos y en las responsabilidades asumidas sin salario, pero voluntarias, por parte de los demás.
Y esto último le corresponde tanto a los grupos gobernantes como a los de la oposición.
JOSÉ BÉJAR — RASCAFRÍA (MADRID)
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