La historia de la biodiversidad serrana

La Sierra Norte es un territorio en el que la población ha subsistido durante siglos utilizando y manteniendo los recursos naturales locales. Se vivía del campo: del ganado, del carbón y la leña, de la agricultura. Se comía lo que se criaba aquí, ya que apenas había dinero para comprar otras cosas.

Ésta es una tierra pobre, en la que se dan bien pocos cultivos: patatas, judías, manzanos, cerezos o ciruelos. Pero de estas especies se mantenía una gran diversidad. De judía, por ejemplo, se han llegado a cultivar en la comarca más de veinte variedades. ¿Por qué tanta diversidad? De esta manera, se aseguraba sacar cosecha, ya que cada variedad se adapta a unas condiciones distintas: algunas son más tempranas, otras necesitan menos riego, otras son muy productivas pero delicadas, otras son más resistentes… Además, muchos días se comían judías, así que cultivar distintas variedades era una forma de cambiar de sabores y alegrar el paladar.

 

Cada año se seleccionaban las mejores plantas y frutos para sacar semillas, que se guardaban en las cámaras de las casas, o trojes. Se solían intercambiar las semillas entre vecinas, para que cambiaran de tierra y no «se perdiera la casta». Gracias a estos intercambios se conseguía mantener una gran variabilidad genética, es decir, las plantas de una misma variedad no son iguales genéticamente. De esta forma, los cultivos tienen un amplio margen para adaptarse a las condiciones ambientales, y los agricultores/as pueden ir moldeando las variedades a su terreno y sus necesidades.

Todas las casas tenían su reserva de semillas, y si alguna familia perdía la simiente de una variedad, sabía que alguna vecina la seguiría guardando y les daría un poco para volver a sembrar. Así se han conservado las variedades de forma colectiva durante siglos.

Sin embargo, en los años 60 comenzó a cambiar la sociedad serrana. Entre otros motivos, las repoblaciones de pinos y la emigración llevaron al abandono de la agricultura. En 2001 la agricultura sólo representaba el 5% de la economía de la comarca. Las variedades tradicionales, antes conservadas por todos los vecinos de un pueblo, eran mantenidas sólo por unos pocos hortelanos mayores.

Aires nuevos para saberes antiguos

Ante esta realidad, en 2004 nos juntamos un grupo de vecinas de las Sierra interesadas en revalorizar la cultura y la biodiversidad agraria tradicional. Venimos de distintos ámbitos: desde la agricultura o la educación hasta la investigación etnobotánica y agroecológica. Formamos el colectivo La Troje con el objetivo de conservar, producir y difundir las variedades tradicionales hortícolas y frutales de la Sierra Norte de Madrid. Recuperar la biodiversidad agrícola y la cultura agraria local no son un fin por sí solos, sino una herramienta para alcanzar amplios grados socioeconómicos de autonomía y encontrar otras fórmulas de desarrollo agrario.

Para avanzar en esta dirección tomamos diversos caminos: establecer un lazo con las hortelanas y hortelanos mayores, aprender a producir plantel, crear una red de huertos en los que multiplicar las variedades, mantener un banco de semillas o realizar distintas actividades de difusión y formación.

Para recuperar la semilla de esas variedades y el saber asociado a su manejo, se recorrieron casi todos los pueblos de la Sierra Norte, visitando huerto por huerto a las personas que conservan las semillas y saben cómo cultivarlas. Para ello, durante varios años se lleva a cabo un trabajo de prospección en la comarca, en el que se recogieron 171 muestras de semillas de hortícolas y 75 de variedades frutales tradicionales. Este trabajo de investigación formó parte de la tesis doctoral de Laura Aceituno (2010) y la tesis de maestría de Ester Montero (2009), ambas integrantes de la asociación.

Empieza la actividad productiva

Una de las razones por las que esta diversidad se está perdiendo es que cada vez menos personas preparan semilleros con su propia simiente, sino que se prefiere comprar el plantel en viveros por comodidad. Por ello, decidimos producir plantel con estas semillas tradicionales, para reforzar el eslabón más débil del ciclo. Para ello se instala un invernadero entre El Berrueco y Sieteiglesias, en el que se mantienen los semilleros de forma colectiva, y luego se distribuye entre los huertos colaboradores. Cada año las personas que reciben plantel se comprometen a devolver semilla.

Con las semillas que multiplicamos año tras año en nuestros huertos, creamos un banco de semillas con las variedades serranas. Además de mantener nuestro banco de semillas, nos parece importante colaborar con bancos de germoplasma mantenidos por la administración, que tienen recursos públicos para mantener la biodiversidad agrícola y distribuirla a los agricultores que lo soliciten. Por ello, en el Banco de Germoplasma del IMIDRA y el banco de semillas del C.E.A. Puente del Perdón se conservan copias de las variedades recolectadas en la prospección.

También participamos en la Red de semillas estatal «Resembrando e Intercambiando» y otras asociaciones similares. Gracias a los intercambios de semillas con colectivos de otras zonas, hemos podido cultivar variedades de orígenes diversos, como Rusia, Italia o México. Después de probarlas varios años, hemos incorporando a nuestro banco de semillas aquellas se adaptan bien a la Sierra. De esta forma hemos podido alcanzar unos de nuestros objetivos, conseguir cubrir las necesidades de semillas de un huerto actual con variedades tradicionales, locales o campesinas (no híbridas), cubriendo los vacíos en la biodiversidad serrana (por ejemplo de algunas especies como la berenjena) y encontrando variedades que se adapten mejor a los cambios climáticos (veranos más cálidos y secos, inviernos con menos nieve).

Además de mantener estas semillas vivas en las huertas, intentamos llevar las variedades y la cultura agraria tradicional otra vez a las plazas de los pueblos. Así que durante todos estos años hemos estado organizando catas de tomate, judías o manzanas en muchos pueblos de la Sierra. En ellas participan todos los hortelanos que quieran llevar sus frutos, además de poder degustar toda la diversidad que cultivamos en los huertos de La Troje. Entre mordisco y mordisco brotan jugosas conversaciones sobre las cosas del campo: huertas, variedades, sabores…

Mirando hacia delante

Todos estos logros se han conseguido gracias a la colaboración de muchas personas que han ido pasando por la asociación. Sin todo este trabajo voluntario no hubiera sido posible montar un invernadero, llevar a cabo infinidad de actividades de divulgación y multiplicar los puñados de semillas que nos regalaron las abuelas y abuelos serranos. Sin embargo, llega un momento en que es necesario un compromiso mayor para conseguir producir plantel y sacar semilla de calidad. Desde hace cuatro años, la actividad de La Troje aspira a ser una forma de vida para las personas que trabajamos en la huerta, producimos el plantel y mantenemos el banco de semillas. También nos hemos embarcado en nuevos proyectos, colaborando con la Reserva de la Biosfera Sierra del Rincón o el Instituto Madrileño de Investigación Agraria.

En estos ocho años, hemos intentado readaptar el legado de la agricultura tradicional enriqueciéndolo con otras experiencias. De la agricultura tradicional heredamos las semillas y todo un saber de siglos sobre cómo cultivar esta tierra y cuándo es el momento de hacer cada tarea. También heredamos la relación cotidiana con los cultivos que permite que conozcamos de cerca cada variedad, que las seleccionemos año tras año.

De nuestro bagaje social y político, heredamos el trabajo en red con otras iniciativas, el apoyo a nuevas, la cooperación como forma de salir adelante en una realidad que hace difícil vivir del campo. Para nosotras la diversidad, tanto de cultivos y variedades como de usos del territorio, es una estrategia de supervivencia, un camino hacia la autogestión. Es la semilla de otra forma de vida.

Referencias: Aceituno Mata, L. (2010). Estudio etnobotánico y agroecológico de la Sierra Norte de Madrid, Universidad Autónoma de Madrid. Montero González, E. (2009). Recuperación de variedades locales de frutales y conocimiento campesino en la Sierra Norte de Madrid. Aportaciones al desarrollo rural endógeno desde la agroecología, Universidad de Córdoba.

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